Es fundamental que las industrias claves puedan enfrentar los desafíos del futuro con directorios diversos, representativos y abiertos a las nuevas tendencias, lo que demandará flexibilizar requisitos en pro de liderazgos con nuevas cualidades que, hasta ahora, no habían sido consideradas.
A veces pareciera que conceptos como modernización, adaptación, transformación y flexibilidad ya son parte del modo en que están operando distintas empresas y organizaciones. Escuchamos de ellos constantemente y conocemos sus beneficios para las personas, por eso desconcierta enterarse de casos donde aún están lejos de implementarse en la práctica.
El caso de Pamela Chávez es una muestra de ello. Máster en Microbiología Acuática, doctora en Microbiología Molecular y Biotecnología de la Universidad de Kioto y posdoctorada en la Universidad de Hawai; fundadora de Aquamarina, exitosa empresa de biotecnología para la industria minera, y de Domolif, empresa de biotecnología; emprendedora Endeavor, destacada en 2021 como una de las cien mujeres inspiradoras en la minería chilena, la profesional cuenta con un destacado currículum y experiencia comprobada en su área.
Pero por un tecnicismo no puede asumir como directora de Codelco: un decreto creado por la minera estatal establece que para ser director o directora es requisito contar con un título profesional de una carrera de, al menos, diez semestres de duración. En su pregrado, Pamela se tituló como ingeniera en Acuicultura de la Universidad de Antofagasta, carrera que dura ocho semestres más un seminario de título (que se convirtió en dos publicaciones científicas). Fue, además, académica de esa universidad por más de diez años.
Pese a su inmensa capacidad y conocimientos necesarios para el cargo y el desarrollo de la minería del siglo XXI, Pamela debe abstenerse por una norma legal escrita hace décadas.
¿Pesa más la carrera que estudiaste en tu juventud que la experiencia adquirida posteriormente? ¿Acaso la duración de los estudios es un factor decisivo en el desempeño futuro? Y si es así, ¿por qué no estamos valorando los años de oficio, la creatividad y el manejo en la resolución de problemas que todos desarrollamos en el ámbito profesional, cuando realmente podemos aplicar lo que estudiamos?
Hechos de este tipo dejan en evidencia que requisitos que continúan vigentes ya no representan los tiempos en que vivimos y que, en muchos casos, la transformación 2.0 se queda sólo en palabras. Si las organizaciones desean aprender a navegar en la era digital, deben dejar de pensar y funcionar en modo análogo. La acumulación de mayor experiencia, oficio, creatividad y habilidades blandas con un enfoque hacia el futuro, son claves en esta nueva etapa global.
Un país moderno y que busca ser un referente dentro de la región debe cambiar estos paradigmas. Ojalá que en el corto plazo esta transformación se acelere y podamos aplicar criterios más ágiles y proactivos para avanzar en instituciones que se adecuen a los nuevos tiempos.