A diferencia de las grandes empresas, que aún trabajan con organizaciones verticales y altos índices de burocracia, los emprendimientos de pequeñas y medianas empresas corren con ventaja, porque al estar compuestos por grupos más pequeños y cohesionados pueden implementar medidas más rápidamente y traspasar principios sustentables de economía circular tanto a sus colaboradores como a todos los procesos de la operación.
Hay muchas expectativas en torno a los acuerdos que se obtengan en la próxima COP 26. En los últimos meses se han hecho más evidentes que nunca los efectos negativos de la crisis climática y la interconexión que existe a nivel mundial, donde las acciones —positivas o negativas— que realiza cada país repercuten directamente en el resto.
En Chile, esta semana, los ministerios de Medio Ambiente, Ciencia y Energía anunciaron una Estrategia Climática para avanzar a la carbono neutralidad a más tardar en 2050. Es muy importante contar con una hoja de ruta a nivel nacional, es lo que piden organismos como la ONU, el mundo científico y también el sentido común: no podemos seguir actuando con indiferencia si el entorno en que vivimos sufre daños día tras día.
Creo que, en este contexto, el mundo emprendedor puede cumplir un rol especialmente relevante, porque son las empresas de cualquier tipo y tamaño las encargadas de implementar las medidas que definan los gobiernos a nivel macro; son ellas las que, en la práctica, marcan la diferencia en alcanzar el triple impacto, donde el crecimiento económico va de la mano del impacto social y medioambiental.
A diferencia de las grandes empresas, que aún trabajan con organizaciones verticales y altos índices de burocracia, los emprendimientos de pequeñas y medianas empresas corren con ventaja, porque al estar compuestos por grupos más pequeños y cohesionados pueden implementar medidas más rápidamente y traspasar principios sustentables de economía circular tanto a sus colaboradores como a todos los procesos de la operación.
Además, al contar con la innovación y las nuevas tecnologías como parte del core del negocio, los emprendimientos vienen seteados para minimizar el daño ambiental. Muchos de ellos, incluso, son opciones que buscan transformar prácticas tradicionales en el campo de la minería, de la agricultura, del transporte, de la energía, etc., y convertirlas en soluciones a los problemas que nos aquejan actualmente.
Los emprendimientos cuentan, además, con habilidades blandas que las grandes empresas van perdiendo a medida que adquieren más experiencia. Al estar acostumbrados a resolver problemas con pocos recursos y muchas veces partir de cero, son más flexibles y capaces de utilizar distintos enfoques para enfrentar los desafíos.
Todos podemos aprender del ejemplo que nos entregan los emprendimientos como agentes de cambio positivo para el mundo. A fin de cuentas, se trata de pensar no sólo en nuestros intereses, sino también en el impacto que generamos. Confío en que las directrices que se concluyan en la COP 26 nos den la oportunidad de avanzar hacia un mundo mejor y más sustentable.