Si tuviera que entregar consejos a las pymes y emprendimientos para afrontar este desafiante nuevo año, el primero de todos sería la sobrevivencia. Volver a lo básico del negocio, a lo que hace que nuestra propuesta se diferencie de lo que existe en el mercado y trabajar para que nuestra oferta sea efectiva, simple y resuelva un problema o necesidad concreta para las personas.
Entramos de lleno en 2023 y, como en cada nuevo ciclo, surgen también los pronósticos y proyecciones económicas para los próximos meses. No es un misterio para nadie que la economía del país ha recibido fuertes golpes y que las cifras no son auspiciosas hacia adelante, ya que organismos como el Banco Central hablan de varios trimestres de contracción, una actividad a la baja y tasas negativas de consumo e inversión.
Ante este escenario, a los emprendedores se les pide cautela y paciencia, pero ¡qué difícil solicitud! Hablamos de personas cuya clave de éxito es arriesgarse, que saben detectar oportunidades y tomarlas aun cuando el contexto sea adverso, que perseveran, incluso, cuando escuchan a su alrededor a cientos de voces recomendándoles detenerse porque lo que postulan es inviable o no tiene probabilidades de concretarse.
¿Qué hacemos, entonces? Se sabe que los extremos nunca son buenos y aunque es necesario contar con cierto grado de cautela, al mismo tiempo hay que mantener vivo ese espíritu que caracteriza al emprendedor en torno a saber tomar riesgos. Por eso creo que la base de todo está en el equilibrio.
Debemos enfocarnos en lo realmente esencial en el día a día. Si el crecimiento se vuelve cuesta arriba, la meta es centrarnos en la operatividad del negocio. Cuidar los gastos e innovar sí, pero dentro de un cierto margen de acción que ya habrá tiempo de ampliar cuando el panorama repunte.
Otra premisa es no olvidar nunca que trabajamos con personas por lo que debemos cuidar a nuestros equipos. En este ámbito siempre podemos tomar riesgos y no hay crisis económica que nos detenga a la hora de hacer las cosas diferentes al potenciar a otros, empoderarlos, entregarles herramientas, desarrollar talentos y así promover que, como sociedad, todos salgamos adelante. De hecho, la mayor innovación que podemos realizar este año a nivel colaborativo es dar un giro a la clásica idea de pirámide donde los jefes estaban arriba por sobre el resto y, en cambio, ser los líderes que estemos debajo como soporte y apoyo para los talentos de nuestra empresa.
Otra área donde podemos seguir trabajando es en la diversidad. Cuando contamos con equipos de diferente origen, sexo y edad, tenemos una visión 360° mucho más rica, porque dejamos de pensar todos de igual manera y ver más o menos lo mismo. Eso funcionaba cuando sólo algunos podían manejar el poder y el status quo, pero hoy no. Para tener éxito, cooperar y colaborar con la diferencia puede convertirse en nuestro mejor atributo.
Un consejo final tiene que ver con la templanza. Aunque las cosas pinten mal, recurramos a la lógica y recordemos que, históricamente, los ciclos muestran alzas y bajas. Y estar a la baja puede ser una buena oportunidad para analizar lo que hacemos, readaptarnos, planificar los pasos a seguir en los próximos meses y aprender más sobre nosotros mismos.
En tiempos de crisis, la única manera que conozco para generar confianza es partir por uno mismo entregando esa confianza al resto, creer de verdad en las personas y mostrar con hechos que lo que decimos es real. Así, cuando el contexto mejore, seremos más fuertes y sabios para afrontar lo que pueda venir.