La casaquinta de mi tío Luigi, en calle Arrieta esquina Porvenir, y la nuestra, quedan a unos 50 metros de distancia en la misma calle Porvenir. Los actuales ocupantes, las mantienen como si estuvieran recién construidas y con los mismos colores.
La cercanía permitía que mi madre y la señora de mi tío conversaran todos los días. La Nanita, como le decía mi tío, venía de Playa Ancha. En esa época yo estaba en la antigua Escuela Naval, por lo que conocí a su hermano “Chicho”.
En una oportunidad, mi mamá fue a enseñarle a preparar una rica polenta, ya que de comida italiana no conocía mucho. Mientras preparaba la polenta conversaban y revolvían la polenta, seguían conversando o “pelando” a las amigas.
La polenta seguía revolviéndose con un cucharón de plástico que, en esa época, era un material recién salido al mercado, y seguían conversando y sin darse cuenta, el cucharón empezó a enrollarse con tantas vueltas, y seguían conversando, hasta que sintió el calor cuando la mano estaba completamente dentro de la polenta…
Mi tío Luigi trabajaba en el Casino de Viña del Mar y en una época que me dio por jugar, pensando en recuperarme, jugaba hasta el último peso. Tenía que esperar el cierre del casino, que contaran los pesos ganados, por lo que salía cerca de las cuatro de la mañana.
Además, mi tío repartía a sus compañeros de trabajo que vivían en Quilpué y el Belloto. Dormía durante el día, almorzaba a media tarde y encontraba rica la “polenta de las comadres”.