Hay colegios y colegios. Establecimientos donde sus alumnos pasan sin pena ni gloria y otros que marcan a fuego su estadía escolar, como el Colegio Los Leones en la comuna de Quilpué. En sus aulas y patios se entremezclan potentes historias de vida que hablan de pasión, esfuerzo y perseverancia, pero también de familias con realidades sociales complejas. Este fue, desde un comienzo, un ambicioso proyecto educativo y familiar orientado a alumnos vulnerables, muchos de los cuales no solo se han transformado en la primera generación en egresar de un colegio, sino en acceder a la educación superior. ¿Cómo lo lograron? En estas páginas.
La transformación que tuvo el Colegio Los Leones en 2009, luego de que cambiara de sostenedor, no solo pasó por el cambio de nombre, de insignia e incluso de uniforme escolar, sino que fue un proceso mucho más profundo y estructural, orientado a entregar todas las herramientas posibles para el desarrollo de sus alumnos, muchas veces totalmente a contracorriente.
Un hito relevante y que es clave a la hora de hacer un balance, junto con la adquisición del colegio, fue la creación de un club deportivo de básquetbol profesional. “Queríamos que los niños tuvieran el club como referencia, que lo admiraran y que se instalara en ellos la esperanza de poder optar a algo distinto. Así nace este proyecto”, recuerda el sostenedor Carlos Saavedra Lyng.
Ya son siete las generaciones de egresados que han pasado por el Colegio Los Leones, un establecimiento que en doce años le dobló la mano al destino en todos los sentidos posibles y demostró un nivel de involucramiento notable. Que tiene el mejor gimnasio de la región, que implementó una biblioteca digital en plena pandemia con más de 2.600 videos educativos de clases y que siguió abierto, con el proyecto educativo más vivo que nunca.
Como afirma Carlos Saavedra: “el colegio no solo es un cúmulo de buenas intenciones, sino que ha logrado establecer y ubicar a alumnos en universidades tradicionales e institutos con éxito”.
UN REPASO HISTÓRICO
En esa época, el 2009, el establecimiento carecía de jornada escolar completa y contaba con cerca de 120 alumnos hasta Octavo Básico en un solo pabellón con seis salas de clases. Con la dirección de Jimena Elórtegui, a principios del 2009, se cambia el nombre a Colegio Los Leones y se rediseña la imagen corporativa completa (logo, uniforme, colores institucionales). En poco tiempo cambiaron paradigmas, normalizaron los cursos, crearon actividades extracurriculares: deporte, música, arte, danza y gimnasia artística, implementaron el proyecto de Fomento Lector, y comenzaron a impartir clases de inglés desde Pre Kínder.
Ese mismo año, el colegio compra terrenos aledaños pertenecientes a la Cooperativa Sol del Pacífico que albergará los recintos docentes —UTP, sala de profesores, rectoría y sala de dirección—, dos salas de clases, cocina y casino, que más tarde les permitirá ampliarse a Jornada Completa.
Paralelamente se crean nuevas modalidades de estudio que entregan valiosas herramientas a los alumnos, como la Escuela de Lenguaje -que comienza a funcionar al mismo tiempo que la Pre Básica regular-, con fonoaudióloga, educadora diferencial, psicopedagoga y psicóloga; y el programa de Integración para alumnos con necesidades educativas especiales y transitorias desde Primero a Cuarto Básico, en donde se tratan estudiantes con déficit atencional, trastornos de lenguaje, dificultades específicas de aprendizaje, etc. “Aquí se empieza a gestar algo que para nosotros siempre fue tremendamente importante: la valoración de la diversidad y la integración como un sello positivo y enriquecedor dentro del establecimiento educacional. Este es un colegio donde se respetan mucho las diferencias”.
El 2011 postulan a Jornada Escolar Completa y extienden la malla curricular a Enseñanza Media con un Primero Medio. En septiembre de ese mismo año se inaugura el gimnasio, con una infraestructura de primer nivel en sus 1.280 mts2, que permite una mayor vinculación con la vida deportiva y su importancia para el desarrollo integral. “Para nosotros el deporte es clave en la formación de nuestros alumnos, por lo mismo partimos inmediatamente con talleres de básquetbol, cuyo club deportivo es todo un referente para nuestro colegio. La inauguración del gimnasio de alguna manera vino a consolidar el equipo adulto de básquetbol (conformado por alumnos y exalumnos)”, comenta Jimena.
El 2012 se construyen 14 nuevas salas de clases para la Enseñanza Media en un nuevo edificio, permitiendo duplicar los cursos por nivel. El 2014 se gradúa la primera generación del Colegio Los Leones. El 2017 se construye el edificio de Prebásica (Los Leoncitos).
El 2019 se construye un quinto edificio que alberga un moderno laboratorio, una amplia biblioteca y talleres de música y arte.
PASIÓN POR EDUCAR
Más allá de los números, el Colegio Los Leones está marcado por una profunda vocación. El 2017, a raíz de la Ley de Inclusión Escolar, que prohibió el lucro, eliminó el financiamiento compartido en los colegios particulares subvencionados y reguló el proceso de selección, muchos colegios cerraron o migraron a la modalidad de “particular pagado”, pero no fue el caso del Colegio Los Leones porque con ello se cambiaba totalmente el proyecto social, abandonando a esos niños y familias. Actualmente es una fundación sin fines de lucro cuyo norte es seguir adelante con el proceso educativo.
Luego de doce años y con el orgullo de haber logrado tanto en tan poco tiempo, el Directorio consideró necesario pasar al segundo nivel: la llegada de Cristián Infante, el nuevo rector, quien asumió el cargo a principios del año pasado, con el foco puesto en lo formativo y el trabajo en comunidad.
Dos fueron las acciones concretas del colegio el 2020: la grabación de videos por parte de los profesores a sus alumnos desde el primer día de cuarentena (una importante herramienta pedagógica) y la campaña “Dona tu Computador”, “que permitió reacondicionar más de cincuenta equipos y donarlos a las familias que más los necesitaban. Este año llevamos treinta computadores, los que nos ha permitido que la conectividad no sea un impedimento para seguir aprendiendo”, comenta Cristián Infante.
Dentro de la gran diversidad de realidades, sus alumnos no solo están marcados por la impronta de la excelencia, entendida como la mejor versión de sí mismos, la diversidad enriquecedora y la vital importancia que reviste el deporte, sino por el lema “Pasión y Esfuerzo”, el sello indiscutido que impregna el quehacer de la comunidad educativa. “Este es un discurso para la vida”, afirma Carlos Saavedra. “Desde nuestros inicios hemos respetado y valorado la diversidad: lo distinto nos enriquece y eso se traduce en que nuestros patios son espacios seguros, protegidos y acogedores”.
La identificación y el sentido de pertenencia han sido claves, tanto para los alumnos como para la comunidad educativa. La búsqueda formativa del Colegio Los Leones, los sellos y valores que quiere entregar, están vinculados directamente con el cariño y el cuidado que sus alumnos tienen por el establecimiento. “Hemos definido ciertos enfoques educativos que tienen que ver con aprender a pensar, aprender a hacer en el mundo, aprender a convivir y a ser persona. Una clave importante para nuestro trabajo formativo apunta a cómo lograr que nuestros estudiantes adquieran las habilidades para el siglo XXI y sean ciudadanos del mundo y eso tiene que ver con el desarrollo de habilidades blandas y socioemocionales. Buscamos que el colegio empiece a crear y a vivir experiencias de aprendizajes fuera del horario escolar: jornadas de formación, campamentos, encuentros padre-hijo, salidas pedagógicas, salidas al aire libre. Ahí hay toda una veta que nos gustaría explorar”, explica su rector.
Para Carlos, la sociedad perfecta está en ese colegio en los recreos. “Juegan alumnos de Cuarto Medio una pichanga con los de Séptimo Básico. Ahí están el alto, el más bajo, el con sobrepeso, el moreno, el blanco. Nadie se molesta, hay un respeto increíble. Uno de nuestros sellos es la diversidad, entendiendo la diferencia del otro como un valor positivo. Porque el otro siempre tiene algo que aportar, por más distinto que te parezca”.
Y Cristián complementa: “Somos un aporte y un espacio de contención muy querido y valorado por la comunidad. Si nos respetamos, somos empáticos, colaboramos, desarrollamos pensamiento crítico, y todas las habilidades que creemos fundamentales para la vida en sociedad, estamos preparando el camino para forjar futuros y mejores ciudadanos”.
En cuanto a los desafíos educativos del colegio hoy en día, el rector apunta a que “nuestra prioridad es acortar las brechas de aprendizaje y continuar las trayectorias académicas y formativas de nuestros estudiantes, sin olvidar todo lo que hemos seguido aprendiendo en cada minuto de la pandemia: a convivir con la enfermedad, a estar más en familia, a desarrollar nuevos intereses y hobbies, a mirar el mundo con nuevos ojos, más sensibles, cuidadosos, justos y empáticos”.