Chile necesita más unicornios: ¿qué nos falta para escalar globalmente?

Alejandra Mustakis, emprendedora y empresaria chilena

Cuando una startup tiene un gran éxito y es valorizada en más de mil millones de dólares, el mercado habla de “unicornios”, en alusión a este mítico animal. En Chile tenemos tres grandes ejemplos de empresas que comenzaron como startups y que durante 2021 y 2022 lograron destacar en el mercado internacional gracias a sus propuestas disruptivas.

Sin embargo, en los últimos dos años se reflejó cierto nivel de estancamiento en comparación a otros países de la región. Actualmente, seis de los diez principales unicornios latinoamericanos mejor valorados tienen su sede principal en Brasil, país que lidera la lista con un 60% del total de unicornios latinos, seguido por México con el 20% y Argentina y Colombia con el 10% cada uno, según datos de Bloomberg y CB Insights. Si consideramos que nuestro país cuenta con un ecosistema emprendedor en constante crecimiento, ¿Qué nos falta para poder aumentar el número de unicornios de origen local?

Creo que lo primero es encauzar el talento. Chile tiene mentes brillantes, creativas e ingeniosas, pero que muchas veces carecen de acceso a formación y redes globales para potenciar su capacidad y convertirse en startups escalables. Por eso necesitamos una inversión más decidida en educación y capacitación tecnológica, junto a más programas que conecten a los emprendedores con mentores internacionales. Iniciativas como Start Up Chile son un buen punto de partida en el apoyo a más de 1000 startups dentro de sus programas, pero debemos ir más allá. Imaginemos lo que podríamos lograr si cada joven con una idea tuviera las herramientas para transformarla en una solución global.

En segundo lugar, está el acceso a financiamiento. Según la Asociación Chilena de Venture Capital, durante el primer semestre de 2024, la inversión de capital de riesgo en el país tuvo una caída de 51% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Estamos muy lejos de las cifras de inversión que se manejan en el resto del mundo. Los fondos locales deben ser más audaces y apostar no sólo por las etapas iniciales, sino también por el crecimiento y la internacionalización de los negocios. Por otro lado, es crucial atraer más inversionistas extranjeros que vean en Chile una plataforma para toda Latinoamérica. Esto último implica también un trabajo coordinado para mostrar al mundo que Chile es un lugar seguro y atractivo para invertir.

Por otro lado, las políticas públicas juegan un rol clave. Necesitamos un marco regulatorio que fomente la innovación y que haga más sencillo crear y escalar empresas. Esto incluye incentivos para las startups y fondos de inversión, así como simplificar la burocracia relacionada con levantar y expandir negocios. A esto se suma la importancia de asegurar un acceso competitivo a mercados internacionales, negociando acuerdos que favorezcan la exportación de tecnología y servicios.

Hoy necesitamos fortalecer la cultura emprendedora. Aunque contamos con varias historias de éxito, aún cargamos con un temor al fracaso que frena a muchos. Hay que celebrar a quienes se atreven a intentarlo, aprender de las equivocaciones, pivotar y persistir. Hay que crear un ecosistema y una mentalidad común donde los errores no sean vistos como una sentencia de muerte, sino que formen parte del aprendizaje.

El camino para que Chile tenga más unicornios no es sencillo, pero creo que es absolutamente alcanzable. Tenemos las bases: talento, creatividad y una ubicación estratégica en la región. Ahora es momento de apostar más fuerte, derribar las barreras que nos frenan y creer en nuestra capacidad de impactar al mundo. Si logramos unir esfuerzos entre diversos actores y trabajar enfocados, podremos convertirnos en líderes de innovación y tecnología en América Latina. Así, los unicornios serán una posibilidad cada vez más concreta al apostar por nuestra gente y su futuro.