Para fortalecer aún más el viaje hacia un Chile innovador, se torna fundamental reconocer que se trata de una meta cooperativa y que la innovación no recae, exclusivamente, en los hombros de emprendedores individuales. La colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad en su conjunto emerge como una pieza clave.
Desde mi posición como emprendedora, me entusiasmo cuando pienso en el presente y futuro de Chile. En estos tiempos cambiantes, la innovación no es solo una palabra de moda; se está convirtiendo en el motor que nos impulsa hacia un crecimiento duradero, moldeando la forma en que abordamos los desafíos y aprovechamos las oportunidades.
Hoy la innovación va mucho más allá de la adopción de tecnologías de última generación. Lo que estamos presenciando es el florecimiento de ideas que desafían el statu quo y que tienen un impacto profundo y positivo en la vida de las personas, al buscar, constantemente, mejorar y simplificar nuestras experiencias diarias. Desde dispositivos tecnológicos que facilitan la comunicación, hasta avances en la medicina que mejoran la salud, la innovación nos brinda herramientas y soluciones que antes parecían inimaginables. Además, este fenómeno no es solo un fenómeno emprendedor; es un movimiento colectivo que redefine mentalidades.
La Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) presentó su última versión del Índice Global de Innovación 2023, que mide las principales tendencias en innovación a nivel mundial y enumera a las economías según su rendimiento. Este año, Chile se posicionó en el segundo lugar de los países latinoamericanos superando a México, pero por debajo de Brasil, que obtuvo el primer puesto del ranking a nivel regional. De acuerdo al último informe, Chile se ubicó en el puesto 52 de 132 economías que contempla el estudio, cayendo dos posiciones en comparación con el año 2022, luego de haber liderado el ranking en Latinoamérica durante ocho años consecutivos. Chile destaca entre las diez economías con mayor solicitudes de marcas por millón de habitantes, ajustado al PIB.
A nivel local, se invierte sólo un 0,34% del PIB en I+D, mientras que tal cifra se ubica cerca del 2,4% en los países desarrollados. Si estamos construyendo el futuro de manera conjunta, la innovación debería ser la piedra angular que guía nuestras decisiones y acciones.
Superando estos desafíos, al proyectar la mirada hacia adelante, visualizo a Chile posicionándose como líder regional y referente en innovación. Este liderazgo no se mide únicamente en términos tecnológicos, sino en la creación de un ecosistema que fomente la colaboración y co-creación. La innovación florece cuando todos los sectores de la sociedad están comprometidos, donde la valoración de la creatividad es tan esencial como la estabilidad financiera.
La actualidad y el porvenir, el futuro de Chile, están intrínsecamente vinculados a nuestra capacidad para abrazar la innovación, a acostumbrarnos a transformar lo tradicional en algo nuevo y disruptivo. Desde mi perspectiva como emprendedora, contemplo un horizonte lleno de posibilidades, donde cada idea, cada esfuerzo innovador y cada talento, contribuyen a construir un país más fuerte y resistente. Sigamos recorriendo este camino hacia un Chile innovador, donde el hoy y el mañana se fundan en un abrazo dinámico de progreso y cambio, recordando siempre que la innovación es un viaje compartido que nos impulsa hacia adelante.