Pirámides hay cientos, quizás miles. Las de Guiza, Egipto, las más célebres y perfectas, no son ni las más antiguas ni decisivas. En el país de los faraones debe haber cien; pero en América, tan sólo en la zona maya, hay cuatrocientas, y quizás más, muchas aún tapadas por la jungla. En China hay un centenar; en el África profunda hay varias más; otras están en Europa y otras en Asia. ¿Qué quieren decir esas enigmáticas estructuras que fueron tan utilizadas?, ¿dónde nos quieren llevar?
Volodymyr Krashnoholovet, científico ucraniano, estudió buena parte de su vida esas estructuras. En plena época soviética y con apoyo del Estado, construyó, cerca de Moscú, una pirámide de cuarenta y cuatro metros de alto, dejando un espacio interior libre para realizar ensayos. Llamaremos a esa pirámide “Alfa”, y resumo así sus hallazgos. Dentro de Alfa puso seres vivos y plantas en pequeños viveros, y llevó registro de cada experimento. Sus observaciones fueron inquietantes. Al cobijar organismos al interior de Alfa, descubrió que sus sistemas inmunológicos mejoraban de modo exponencial; toda regeneración de tejidos y recuperación de distintos males era muy rápido; las infecciones se detenían y sanaban. Semillas cultivadas dentro de Alfa crecieron en un tercio del tiempo y tuvieron mejor rendimiento que el control cultivado bajo cobertizos comunes. La calidad del aire alrededor de Alfa mejoró y se registró notable baja del ozono. Agua embotellada dentro de Alfa se mantuvo líquida en pleno invierno con temperatura ambiental de 35ºC bajo cero; pero, al vaciarla se congeló de inmediato. Investigaciones con electromagnetismo y conductividad arrojaron resultados sorprendentes. Otros registros fueron inverosímiles y le llamaremos “el efecto Alfa”. La actividad sísmica en la zona aledaña se redujo a cero; el clima se suavizó; y un presidio situado en la cercanía que alojaba cinco mil internos, mostró una disminución en todo índice de violencia y problemas de convivencia. Hay más relacionado a cuestiones muy técnicas, pero dejémoslo hasta aquí.
Acerca de pirámides se ha escrito mucho, demasiado; por eso sólo añadiré una breve nota sobre la estupa de Borobudur, ubicada en Java y hoy Patrimonio de la Humanidad. Esa es otra pirámide, escalonada y decorada con 504 estatuas de Buda; una maravilla que atrae turistas y da dividendos a Indonesia. Para el iniciado y sabio conocedor, Borobudur es una alegoría del universo y sugiere una clave sobre los supuestos poderes y misterios de estos monumentos.
Borobudur, como toda estupa, representa a Buda; vale decir a la perfección. Construido entre el año 750 y 850 por los reyes Sailendra, tuvo su plenitud y auge hasta el siglo XIII. Decayó junto al ocaso del budismo e hinduismo, y a causa del triunfo del Islam en la región. Además, contribuyó al abandono de los templos una serie de catástrofes volcánicas que empobrecieron Java. A la gran estupa se la tragó la selva y la tapó el barro. En el siglo XIX, el gobierno británico local ordenó trabajos de restauración, lo que se ha continuado hasta hoy. Borobudur tiene seis estratos de base cuadrada, y encima tres más pero de planta circular. Pasadizos y escaleras están decorados con casi tres mil magníficos relieves. El monumento fue concebido por Gunadarma, arquitecto que se apegó al canon Vastu Śastra (códices de arquitectura sagrada), por lo que utilizó medidas, cálculos y equivalencias que también están en todos los templos del Sudeste Asiático, especialmente en Angkor Vat, Camboya.
Borobudur representa una flor de loto que flota en el agua; por eso todas las estatuas simbolizan el Sutra del Loto, la esencia el budismo Mahāyāna. Sintetiza “el Todo que contiene el Alma”; y su tema no es distinto a la gran paradoja que han tratado de resolver los otros constructores de pirámides, a nivel global. Pero quizás Borobudur, sí abrió la puerta al más allá. Borobudur representa el ascenso del ser y su desprendimiento de lo material hasta la obtención del Nirvana, el Cielo, o como se llame. Porque somos una estructura piramidal viva. Un individuo en proceso de expansión de su conciencia activa la “pirámide cósmica” en su propio existir. Lo que se dice sobre pirámides se relaciona a los procesos de la conciencia reorganizando su hogar (mente, sentimientos, corazón, etc.) para alcanzar la plena sintonía con el Cosmos. Dicho así, toda la investigación del científico ucraniano se encarna en uno mismo. Por eso, se ha visto a monjes en montañas heladas que sumidos en profunda meditación, no se congelan. El cuerpo humano —setenta por ciento agua— en arrebato místico y conexión con el abismo existencial, no se hiela. Por el contrario, activa el fuego sagrado; pero ese tema lo dejamos para otra vez. Por mientras les dejo una tarea: el proceso mental de liberación es una pirámide invertida. Renazca dentro de su universo piramidal interno, y cambie el mundo.