Viajo casi a diario desde mi casa en Reñaca al Club de Tenis Unión al interior del SportingClub y es una maravilla por partida doble. Primero, uso la pista lenta para poder mirar de reojo el mar rugiendo contra las rocas hasta la Playa Las Salinas. Aquí se inicia una larga playa, que llega hasta Viña del Mar, con diferentes entretenciones que la gente usa a diario.
Tiene varias entradas para automóviles y lugares para estacionar, bonitos quioscos para servirse café, un sector con columpios y juegos para niños y termina con un monumento a nuestro gran Larraguibel.
La segunda maravilla es el Sporting en pleno centro de Viña del Mar, merecedor de un artículo especial. De regreso, dejamos Viña con los terrenos donde estaban las compañías Shell, Esso y Mobil y se estudia crear un parque, luego las instalaciones de la Armada, con sus oficinas de dos y tres pisos y jardines y una cancha de fútbol empastada. Al regresar mirando las oficinas abandonadas recuerdo mis felices años trabajando en Shell.