El calvario y la gloria 

Por Marcelo Contreras

TOUR DE FRANCE: EN EL CORAZÓN DEL PELOTÓN. NETFLIX.

Drive to survive, la serie de Netflix sobre la Fórmula 1, que revolucionó la categoría máxima del automovilismo atrayendo una nueva fanaticada, ha dado pie para diversas réplicas, empecinadas en revelar las entrañas de actividades deportivas profesionales, con competidores de élite y una industria inherente. Si de odiosas comparaciones se trata, esta serie que se introduce en la competencia ciclista más famosa del mundo no tiene mucho que envidiar al reporte dramatizado de la F1, que ha perdido cierto encanto mientras el reinado de Max Verstappen se consolida. Tour de France: en el corazón del pelotón, provoca la misma ansiedad de devorar la nueva temporada apenas está disponible, aun cuando sepas quién ganó la última versión de la demoledora competencia ciclista.

Desde su origen, en 1903, como parte de la campaña de marketing del diario L’Auto, el Tour de France es durísimo. En su primera versión en seis etapas, cubrió casi 2.500 kilómetros. Actualmente, el giro abarca entre 3.300 y 3.500 kilómetros en veintitrés días, con solo dos jornadas de descanso, convocando a 176 competidores de veintidós equipos. Son veintiuna etapas con trayectos planos, de montaña, contrarreloj individuales y, a veces, contrarreloj por equipos.

El desgaste físico y mental de los pedaleros es abrumador, además del riesgo de caídas prácticamente inevitables, por culpa del público que suele gritar enfervorizado cerrando el paso, y las triquiñuelas de los propios corredores, que recurren a notorios empujones y bloqueos para desestabilizar rivales, sobre todo en los metros finales.

La serie permite conocer la dinámica de los equipos, sus expectativas y motivaciones entre dueños, directivos y técnicos, y el estado psicológico de estos atletas, estresados por jugarse la vida y alcanzar la gloria en tres semanas. El drama resulta intenso y permanente en Tour de France. Los capítulos circulan entre la emoción y la tensión a una escala mucho más alta y volátil que la adinerada Fórmula 1, donde hay glamur, diplomacia y risa entre dientes. Acá la gloria estalla entre lágrimas.