WiseConn es una empresa viñamarina que busca cambiar la agricultura y la forma de regar, con tecnologías de la información, desde la nube. Hoy crea y vende tecnología propia en Chile, Perú y EE.UU., especialmente en California, donde tienen un punto estratégico hace cuatro años y el cincuenta por ciento de sus operaciones.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Mariela Sotomayor G. y gentileza de WiseConn
El 2006, un grupo de jóvenes viñamarinos buscaba la forma de usar la tecnología para hacer la agricultura más eficiente. Pero la tarea no era fácil en una época en que el iPhone ni siquiera se había lanzado y el uso de los celulares era mucho menor al de hoy en día.
Contra todos los pronósticos decidieron adelantarse a lo que había en el mercado y crearon la plataforma DropControl, Wiseconn, una red de monitoreo y control en terreno, compuesta por nodos interconectados y un software. Estos envían información entre sí hasta un nodo central llamado Gateway, que es el encargado de comunicar la red con un servidor web.
“En palabras simples, creamos equipos de monitoreo y control de campo llamados Nodos (tres modelos), que se comunican entre sí para manejar desde el control de válvulas de agua hasta cuánto fertilizante se le agrega al riego. Todo con una plataforma de soluciones web y aplicaciones móviles para trabajar desde la nube desde cualquier smartphone”, señala Cristóbal Rivas, CEO, ingeniero civil electrónico UTFSM, quien lidera de la empresa y desarrollo de productos.
Junto a él trabajan sus amigos y excompañeros del Colegio Mackay, Luis Felipe Escobar, gerente de operaciones, ingeniero civil industrial UAI a cargo de producción y soporte técnico. Y Guillermo Valenzuela, gerente comercial, ingeniero comercial de la UAI y quien está cargo de la empresa en California hace cuatro años. Además de José Ulloa (excompañero de su universidad), gerente de desarrollo, ingeniero civil electrónico UTFSM y líder del equipo de desarrollo tecnológico.
La fábrica donde ensamblan y prueban todos los equipos se encuentra en el sector El Salto de Viña del Mar. También está el soporte técnico (con atención veinticuatro horas) y los ingenieros de desarrollo, profesionales de la Universidad Técnica Federico Santa María, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y DUOC que son el corazón de WiseConn. Ahí trabajan alrededor de treinta personas, otras diez en Santiago, donde se encuentra la oficina comercial y doce más entre Fresno y Los Ángeles, California.
“El nombre WiseConn nació como un juego de palabras de wireless sensor connection (conexión de sensor inalámbrico), que es parte de lo que hacemos todavía y wise (sabio) conn (conexión)”.
VISIONARIOS
“Estábamos en la casa de campo de mi hermano cuando mencionó que quería colocar ‘riego tecnificado’ a sus terrenos y en verdad era sólo riego por goteo. Nos dimos cuenta cómo en la agricultura no había tanta tecnología, no porque no fuese posible, sino porque tiene dificultades que van más allá de lo técnico, como es el clima, la humedad, el tipo de terreno, etc. En general, la agricultura es un negocio muy complejo y con una dinámica bien particular, aquí y en todas partes del mundo. Paralelamente estaban naciendo los celulares inteligentes y ‘la nube’, es decir, operar con los datos en la red, sin necesidad de almacenar la información en el disco duro de un computador. Así comenzamos con la idea de llevar tecnología de automatización a los campos en tiempos que aún nadie entendía bien lo que era”.
¿Postularon a algún fondo para financiarse?
Sí, hemos postulado a un montón de fondos y la CORFO nos ha dado apoyo, pero la verdad es que no alcanza. Por eso tenemos un inversionista privado que se ha puesto con muchas lucas. Pasaron un par de años sin vender mucho, de tocar puertas; y después de cinco años que nos estaba yendo bien en Chile este mismo inversionista dobló la oferta y nos fuimos a Estados Unidos, sin él no hubiese sido posible.
¿Cómo comenzaron?
Decidimos hacer DropControl que es el concepto que existe hoy y se vende también en Estados Unidos. Antes teníamos unos sistemas “prenube”, pero decidimos diseñar este sistema desde cero, entendiendo que se usaría fuerte Internet en el futuro. Hicimos desde el hardware hasta la nube completa. La verdad es que fue una tremenda tarea, pero era una obsesión para nosotros que existiendo tanta tecnología la agricultura no la ocupara.
¿Fue muy complicado?
Bastante, si le preguntabas a cualquier agricultor si quería manejar su campo desde el celular, la respuesta siempre era sí. El tema es que ese sistema debía funcionar ¡porque no puede dejar de regar si se le cortó internet! Cuando partimos, además, muchos seguían usando el “celular de palo” y hoy no hay ninguno que no tenga smartphone. Este sistema ha ido evolucionando con la tecnología también.
¿Cómo funciona DropControl?
Desde tu celular puedes apagar y prender el riego, y programarlo de manera gráfica, como de carta Gantt. Está diseñado para analizar todo lo sucedido con el riego y el clima durante la temporada y esta información está segura en la nube, sin servidores ni software que mantener. También posee visualización de mapas que permite ver, fácilmente, el estado del campo y ubicar los problemas rápidamente. La gracia es su acceso remoto a la información; esta plataforma está siempre disponible y donde quiera que esté el cliente, a través de un servidor web.
¿Cuántos nodos se necesitan para un campo?
En promedio es uno por cada diez hectáreas. Pero depende del cliente, tenemos campos en Estados Unidos que tienen doscientos de estos aparatos en cincuenta hectáreas, porque son invernaderos de arándanos de alta densidad. En cambio en los almendros hay dos de estos aparatos que manejan todo.
DE VIÑA A FRESNO
“Una gran ventaja que tenemos es nuestra calidad de ingenieros y programadores. Son personas muy capacitadas que están a la par con profesionales del extranjero. Y ese es un gran orgullo, porque desde Viña del Mar nos hicimos conocidos internacionalmente. Primero probamos unos cinco años en los campos de aquí, y lo fuimos mejorando. Cuando lo creamos tratamos de hacer algo disruptivo a nivel mundial. La tecnología no es negocio en Chile, es extremadamente cara para llegar sólo a diecisiete millones de personas”.
¿Por eso se fueron a California?
Así es, siempre viajábamos a Estados Unidos a diferentes ferias tecnológicas y nos dimos cuenta de que si bien había una idea similar dando vueltas allá, aún eran soluciones demasiado simplonas. Nosotros nos adelantamos, pensamos en grande y fuimos a perseguir a los gringos. Nos fuimos con todo a California. En ese momento no existía ninguna herramienta como esta; había sistemas de monitoreo menores como estaciones meteorológicas o aplicación de fertilizante, pero no a este nivel.
¿Cómo lograron posicionarse?
En ese sentido, Guillermo hizo una tarea titánica. Justo cuando llegó a instalarse con su familia a California quebraron dos empresas americanas tratando de hacer lo mismo que nosotros y perdieron decenas de millones de dólares. Los gringos nos decían que qué pasaba si nos compraban y quebrábamos también. Fue muy difícil romper la inercia de ser latino vendiendo tecnología a Estados Unidos, pero hoy estamos posicionados en el centro agrícola de California.
¿Qué hizo la diferencia?
Allá habían llegado muchos profesionales Silicon Valley, diciéndoles a los agricultores que habían hecho todo mal y debían seguir sus algoritmos para llegar al éxito… eso no les gustó. Para diseñar sistemas deben adaptarse a ellos y no producirles problemas, por el contrario, porque en la agricultura siempre existe una urgencia. Nuestro producto va mucho más allá de la tecnología, es una herramienta útil que les facilita la vida. Si necesitan regar aunque se corte la luz, el internet, etc. van a poder hacerlo. Si esto no funciona no riegan y pueden perder todo, eso no es posible. Hay muchos sistemas que miden parámetros, pero prender una máquina y controlar el fertilizante o el pH es muy complejo y esa es nuestra gran ventaja.
Además, el clima de Chile y California es muy parecido…
Así es, como los climas son casi iguales los cultivos son parecidos y los temas de riego son similares. El resto de Estados Unidos se riega por los pivotes, esos brazos gigantes que se usan en el maíz. El goteo, en cambio, es preciso, para frutales, viñedos o cítricos. Y ahí tuvimos un punto a favor, en vez de que nos vieran como los latinos metiches, resulta que Chile está muy bien valorado en la parte agrícola. La mitad de los gringos con los que hemos trabajado conocen nuestro país, por los viñedos, las ciruelas, etc.
¿Tuvieron que adaptar el sistema para Estados Unidos?
Sí, pero la base es la misma. Es sólo el software lo que hay que cambiar, principalmente por las unidades y el idioma. Utilizamos tecnología de celular porque es la mejor para los campos.
INTERNACIONALES
“No nos queremos ir de California, pero también hay zonas muy interesantes de atacar como Washington y Oregón, al noroeste, y Florida y Georgia, al sureste. Lugares donde la agricultura es muy interesante. Guillermo está viajando para allá y contratando más equipo. En Estados Unidos tenemos una bodega más grande que la de Viña, porque los clientes necesitan un lugar físico para visitarnos”.
¿Cuántos clientes tienen actualmente?
Sólo en Estados Unidos unos ochocientos campos, que algunos son del mismo dueño. En Chile tenemos alrededor de mil clientes y en Perú tenemos unos treinta más; este año prendió finalmente porque ha sido muy complejo ese mercado. Más que nada porque hay poco espacio para empresas pequeñas y su tecnología está muy ligada a los israelitas.
¿A raíz de DropControl surgió nueva competencia?
Sí, incluso en Viña. Lo que pasa es que este es como el “sueño del pibe” y básicamente en todas las escuelas electrónicas del mundo hay alguien que ha lanzado algo similar, pero con sistemas de monitoreo. El tema que hacerlo técnicamente es otra cosa. El sistema tiene que durar en el campo. Nosotros hemos probado todo, desde que nuestras antenas no se quemen con el sol hasta que a la batería no le pase nada en años. No son “Frankenstein” con cables por todos lados; nos gustan los productos limpios, en sus cajas, que sean cinco mil equipos iguales y no prototipos. Damos soporte y garantía.
Esta es la agricultura del futuro…
Exacto, es lo que llaman la cuarta revolución. La primera fueron los fertilizantes, después fue la mecanización, el riego; y ahora está la bioingeniería, la inteligencia artificial y el uso de datos para la agricultura. En el fondo es utilizar más información como sensores, drones o satélites. Además, que la tecnología te ayude a usar menos agua y fertilizante es un aporte al medio ambiente. Pues si lo aprovechan correctamente, pueden aumentar sus frutales y contaminar menos.
¿Cuál es el siguiente paso?
La globalización, ir a perseguir más. En México ya hay sistemas instalados y en Australia tenemos pilotos. Los últimos años hemos preparado toda la documentación, diagramas, manuales para que sea más fácil transmitir este sistema. Hasta pequeños, pero grandes detalles que en las nuevas tarjetas del software van a decir design in Viña del Mar. Ya tenemos un nombre afuera y vamos a seguir potenciándolo.