Entre los primeros artistas chilenos que convirtieron el grabado en el eje central de su carrera se encuentra Carlos Hermosilla Álvarez (1905-1991). Formado técnicamente en la Escuela de Artes Aplicadas, fue uno de los principales gestores de los talleres de artes gráficas de la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, de la cual fue miembro fundador en 1939 y donde ejerció como docente. De su obra destacan sus retratos de personajes de la vida política chilena e internacional realizados con mínimas incisiones sobre la matriz.
Otra de las figuras fundamentales del grabado contemporáneo chileno es Eduardo Vilches (1932), uno de los candidatos al premio nacional y miembro fundador del Taller 99. Arquitecto de formación, Vilches trabajó en una oficina de contabilidad hasta que decidió dedicarse por completo a las artes visuales. Su trabajo como artista se centra casi exclusivamente en el grabado, disciplina a partir de la cual desarrolló una metodología de enseñanza que transmitió a sus estudiantes de los talleres de Artes Gráficas de la Universidad de Chile y de Grabado de la Escuela de Arte de la Universidad Católica, con el concebido reconocimiento de sucesivas generaciones de artistas. Sus obras más conocidas son las serigrafías a uno o dos colores en los que reproduce su silueta.
No podemos dejar de mencionar al primer artista mapuche, Santos Chávez (1934-2001), cuyos grabados en madera mantienen una fuerte relación con el imaginario de la cultura campesina popular.