Markthal, Rotterdam

Por José Pedro Vicente, arquitecto

Cuando la oficina de arquitectura MVRDV se hace presente, implica una propuesta revolucionaria y con legado. Su nombre —formado por las iniciales de sus socios— representa una declaración de principios: hacer lo que nunca antes se había hecho, resolver problemas no resueltos y combinar usos jamás antes hermanados.

Recuerdo una corrección de taller, a cargo del entonces director de escuela, don Mario Orfali. Ocho de la tarde, invierno y oscuro. Todos haciendo un esfuerzo por mantenernos más que atentos, despiertos. El profesor mirando los planos y maqueta de un compañero, señaló “está bien, pero está mal”. Aquellas extrañas y especiales evaluaciones que caracterizan a una escuela de arquitectura, y que te dejan la duda si escuchaste mal producto de haber pasado la noche sin dormir preparando el examen o, efectivamente, así fue “el fallo” del juez.

Antes de continuar con la anécdota, revisemos el mercado de Rotterdam. Un arco de hormigón que aloja en su interior un espacio cívico de escala generosa, abierto y luminoso. Un mercado que funciona todos los días del año, que invita y fomenta la permanencia. No hay intención de camuflar lo que es, por el contrario, se promueve el cruce entre sus distintos programas y usuarios. Este fue justamente uno de los grandes desafíos. Mercado, vivienda, comercio, estacionamientos subterráneos, relación con espacios públicos existentes y conectividad con distintos medios de transporte, aparte de un diseño atractivo que se transforma en un imperdible y promueve el turismo. Todos en un mismo edificio. Antes de verlo, difícil creer que sería un acierto, o simplemente, que funcionaria. Mientras tanto, en otras partes, se insiste en la lógica de la ciudad sin ciudad, de la plaza convertida en estacionamiento y donde el peatón es un estorbo que se atraviesa entre el semáforo y el auto.

MVRDV, como buena oficia experimental y con 142 permios a su haber, utilizó la arquitectura para articular vida urbana. La vivienda no se relega a la periferia ni se encapsula en torres desvinculadas de su entorno. El comercio no se esconde detrás de estacionamientos ni se aísla en lotes suburbanos. La propuesta busca promover nuevos usos y atender nuevas demandas, en consecuencia, lo que necesitas es un nuevo producto arquitectónico. Si no es por este enfoque, seguiríamos viendo y usando siempre lo mismo.

Después de un breve repaso teórico, acompañado con las imágenes del proyecto utilizado como ejemplo, logramos entender con facilidad la frase del director de escuela. Está bien, ya que el proyecto de nuestro compañero cumplía perfecto con lo que necesitan todos los edificios para funcionar. Sin embargo, sería uno más de los cientos y miles de edificios que se ven en las ciudades.

Un laboratorio farmacéutico, enfocado en la investigación y desarrollo, crea, prueba y fabrica medicamentos. La analogía está en dar con el remedio para el cáncer, párkinson o COVID. Una aspirina más está bien, pero ¿para qué otra?

PD: Don Mario, entendimos perfecto el comentario… veinte años después.