Jauja fue la primera ciudad que el conquistador Francisco Pizarro fundó en Perú. Estaba situada a un poco más de tres mil metros de altura y, según se decía, el clima tenía extraordinarias cualidades curativas para los «tísicos», lo que, sumado a la tranquilidad del pueblo, a la belleza de sus paisajes, al clima frío y seco y a la abundancia de ganado y cultivos, la hacían aparecer como «lugar ideal» para vivir. Su Plaza Mayor pequeña, pero muy bonita, en la que destaca su iglesia, el primer templo católico que su construyó en todo el país.
De allí viene el dicho «estar en Jauja», refiriéndose a una vida fácil y cómoda, y que fue traído a Chile por nuestros soldados al término de la guerra.
(Tomado del libro Un veterano de tres guerras)