Construir tu marca, igual que preparar una carrera, requiere hábitos, paciencia y una mentalidad de largo plazo. Porque al final, tu marca, igual que tu cuerpo, responde a cómo la entrenas cada día.
Corrí mis segundos 21K en la maratón de Viña. Soy super competitiva así que no era solo correr, la meta fue superar mi propio tiempo, y lo logré e incluso superé.
Durante las semanas de preparación, que no son pocas, un día corriendo pensé en lo parecida que es la preparación para una carrera al trabajo de construir, potenciar y hacer crecer una marca personal.
Una carrera de 21K no se corre sin entrenamiento, a no ser que quieras pasarlo pésimo. Una marca tampoco se construye de la noche a la mañana. Detrás de cada logro hay mucho “entrenamiento invisible”: leer, pensar, probar, ajustar, decepcionarse, querer abandonar, cansancio, volver a intentar. Todo eso que no se ve, pero sostiene lo que sí es visible para los demás.
Si empiezas pensando en “viralizarme mañana”, solo te vas a frustrar. Igual que en una carrera no se puede meter todo el ritmo desde el km 1, en tu marca no esperes lograrlo todo desde el lanzamiento. Lo importante es sostener, perseverar, calibrar.
Por otro lado, la motivación es volátil; pero la disciplina perdura. Aun en días difíciles, lo más valioso es esa capacidad de seguir a pesar de no tener ganas. Ese hábito constante es lo que realmente genera impacto, esto aplica a la perfección con el deporte y la marca personal.
En el running, como en la marca personal, los micro avances son los que hacen la diferencia. No importa si un día vas más lento, te sientes menos inspirado o si el ritmo no acompaña: lo importante es no detenerte. Porque la mejora viene por constancia, no por velocidad.
Cada contenido de redes sociales, cada estrategia, cada paso, es un kilómetro más. Algunos cuestan más, otros fluyen solos, pero al final del día, todos suman.
















