Bajo el lente y el relato de la fotógrafa Javiera Díaz de Valdés, recorrimos las ciudades de Lúxor, Asuán y El Cairo, paradas imperdibles para conocer el corazón de Egipto y que sorprenden por su variedad de exóticos paisajes, religión y cultura.
Texto María Inés Manzo C. / Fotografías Javiera Díaz de Valdés
“Cuando nos hablan de Egipto, lo primero que pensamos es en las pirámides y las esfinges, y si bien estas son paradas imperdibles para cualquier visitante, la riqueza de este país va mucho más allá. En un minuto estás en pleno desierto, y al siguiente en una reserva natural llena de vegetación. Al amanecer estás contemplando la belleza de un templo y al anochecer pasando por la Ciudad de los Muertos o visitando una impresionante mezquita.
Hay tanto que ver que llega a ser abrumador, por eso la mejor recomendación para un viaje turístico o para alguien que gusta de la fotografía es planificar el viaje con una agencia de turismo, que incluya el alojamiento, la alimentación, el traslado, un buen guía y las entradas a las principales atracciones. En mi caso, tomé el crucero King Tut por el Nilo que incluyó los destinos de Lúxor, Asuán y, luego, para El Cairo, viajé por avión.
LÚXOR: CAPITAL DE LOS FARAONES
Las primeras palabras de nuestro guía fueron: ‘Bienvenidos a Egipto, los que pensaron que iban a dormir, prepárense, porque no va a ser así’. Y tenía toda la razón. Partimos a las cuatro de la mañana hacia Lúxor, ciudad de la orilla este del río Nilo, en el sur de Egipto, conocida por ser la capital de los faraones.
Nos dieron la bienvenida Los Colosos de Memnón, dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenofis III, pues la primera parada fue en el Valle de los Reyes, un verdadero oasis en el desierto. Ese primer contraste es muy bonito, todo lo que rodea al Nilo es pura vegetación y, a lo lejos, se ve sólo desierto.
El Valle de los Reyes forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas, con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Hay más de sesenta tumbas y excavaciones que, incluso, se pueden ver con facilidad en el camino. Es recomendable visitar sólo algunas, pues muchas fueron saqueadas y están totalmente vacías. De aquí son imperdibles las tumbas de los faraones Ramsés VI —que está maravillosamente conservada e impacta por los jeroglíficos en sus techos y murallas— y Tutankamón, que, si bien es más pequeña y modesta, conserva su momia.
Se dice que gracias a que saquearon la tumba de Ramsés VI, de alguna manera esto protegió que ocurriera lo mismo con la de Tutankamón, pues se encontraba tras una estatua pesadísima de Anubis —dios egipcio de la momificación y la otra vida—, y por eso esta otra tumba fue recién descubierta en 1922. Estar allí es impresionante, no sólo por encontrarte bajo tierra, sino por poder ver a través de los cristales, y de tan cerca, al famoso Rey Niño.
Seguimos el recorrido visitando tres templos, el primero de la reina Hatshepsut, templo funerario construido en honor a Amon-Ra, el dios del Sol. Rodeado por acantilados, llaman la atención sus tres altas terrazas escalonadas, una rampa central con columnas de pilares osiriacos y en su interior los relieves de las paredes que aún conservan su color original. Luego recorrimos el Templo de Lúxor, que se encuentra muy bien preservado y mantiene numerosas estructuras, estatuas y esfinges intactas en su exterior. Allí uno se siente extremadamente pequeño en comparación con las grandes esculturas talladas en piedra. Y Karnak, el gran santuario amurallado de Amón, que representa el universo recién creado, sus gigantescas columnas son una maravilla para los amantes de la arquitectura. Dice la leyenda que para la buena suerte hay que girar siete veces alrededor de un escarabajo de piedra… ¡y eso hicimos!
ASUÁN: ATARDECER Y AMANECER
Tanto en Lúxor como en Asuán, lo más común es trasladarse hacia algunos templos en falucas, pequeñas y tradicionales embarcaciones que se mueven por el Río Nilo. Además, viajar en crucero es muy entretenido, pues comerciantes, que van en lancha, lanzan distinta mercadería y ropa hacia los turistas.
Partimos muy temprano en el Tempo de Edfu, ubicado a orillas del Nilo y dedicado al dios halcón Horus, la principal atracción que se encuentra al interior. El nivel de detalles y cantidad de jeroglíficos es impresionante. Un buen dato para los amantes de la fotografía es llegar a primera hora y correr a tomar fotos del lugar sin gente, pues a los minutos llegará una gran cantidad de turistas.
El siguiente es Kom Ombo, un inusual templo doble, donde predominan los relieves tallados en piedra. Si bien es un lugar pequeño, este es uno de los lugares con los atardeceres más lindos. Otro de los grandes protagonistas son los más de trescientos cocodrilos momificados del Museo del Cocodrilo, donde impacta tanto su tamaño como su excelente conservación.
Pero la máxima atracción de Asuán es Abu Simbel, emplazamiento de interés arqueológico en Nubia, al sur de Egipto. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979, su historia es impactante, pues fue reubicado, piedra por piedra, hacia una colina artificial y construida sobre el nivel del lago Nasser. Por eso, los turistas pueden ver con facilidad los cortes que quedaron en las estructuras.
El traslado de los templos fue necesario para evitar que quedaran sumergidos tras la construcción de la presa de Asuán, por el embalse formado por las aguas del Nilo. Este trabajo duró alrededor de veinte años (entre 1960 y 1980) y con la participación de cuarenta misiones de países de todo el mundo.
Para llegar aquí nos levantamos a la una de la mañana y, tras varias horas en bus, llegamos a presenciar el amanecer en Abu Simbel, una de las postales más bonitas del viaje. El sol pega de frente al templo y es un espectáculo maravilloso que no sería igual a otra hora. El complejo está compuesto por dos templos. El mayor de ellos es majestuoso y dedicado a Ra, Ptah y Amón, y sorprende desde la llegada con cuatro estatuas colosales de Ramsés II esculpidas en la roca de la fachada. El templo menor está dedicado a Nefertari, la esposa favorita de Ramsés, que si bien es más pequeño se logra disfrutar mucho más porque hay menos personas a su alrededor, y su interior está muy bien conservado.
La próxima visita es un punto aparte. Conocido como el pueblo nubio, Gharb Soheil es una colorida localidad ubicada en las proximidades de Asuán. Aquí se puede disfrutar de un viaje en el tiempo hacia la vida tradicional. Llegamos en faluca y nos sorprendimos en el camino con una reserva natural llena de vegetación. Nos dieron la bienvenida un grupo de camellos que, a gran velocidad, nos llevaron entre las casitas de colores y la arena.
Otra grata experiencia fue en una escuela, donde aprendimos a decir nuestros nombres en el idioma local. Y como curiosidad, hay una gran cantidad de gatos y todas las casas tienen cocodrilos de mascotas, pero que lamentablemente se encuentran en cautiverio y son disecados al morir.
Finalizamos la visita de esta zona en el majestuoso Templo de Philae, ubicado en una isla, uno de los principales santuarios de la diosa Isis. Este lugar es un verdadero vergel y un oasis rodeado por el Nilo. La única forma de llegar es en barcaza y desde que se llega se siente una paz increíble.
EL CAIRO: ANTIGUO Y NUEVO EGIPTO
A dieciocho kilómetros de El Cairo —capital de Egipto y centro político, económico y cultural— está una de las principales atracciones turísticas: las famosas Pirámides de Guiza que no sólo son los monumentos más importantes de este país, sino también los más antiguos del mundo.
Se trata de construcciones funerarias que se edificaron bajo las órdenes de faraones de diferentes dinastías, donde están las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, además de muchos otros sepulcros menores. La Gran Pirámide alberga la tumba de Keops y es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún sigue en pie.
Como recomendación es suficiente con visitar sólo una de ellas, ya que en su interior hay cámaras vacías y corredores estrechos para transitar (no es apto para claustrofóbicos). Para fotografías exteriores son espectaculares, al igual que La Gran Esfinge de Guiza, pero no hay que dejarse engañar, pues a pesar de ser una escultura considerada como monumental, sólo tiene una altura de unos veinte metros, aproximadamente.
En esta zona no se puede dejar de pasear en camello, ya que la vista y el paseo hacia las pirámides son privilegiados. Y a tan sólo cuarenta minutos está Saqqara, necrópolis donde se encuentra la Pirámide Escalonada del faraón Zoser, considerada la primera pirámide del mundo y la gran estructura de piedra más antigua.
Uno de los grandes temas de Egipto es que luego de visitar espectaculares monumentos, templos y pirámides, donde abundan riquezas y belleza, las ciudades revelan la extrema pobreza. Es común ver a niños persiguiendo a los turistas pidiendo comida, gatos y perros famélicos por montón, casas y edificios a medio terminar. Llama la atención que prácticamente no se respetan las leyes del tránsito, y es común ver familias completas hacinadas venerando a sus fallecidos en la famosa Ciudad de los Muertos. Hay que prepararse para ese choque cultural, porque no a todos les gusta, pero es parte de la experiencia.
Por otro lado, es interesante cómo en los templos egipcios se encuentra la intervención de otras civilizaciones, mezclando en un mismo lugar distintas épocas, religiones y culturas. Esto mismo ocurre en El Cairo, donde se pueden visitar iglesias ortodoxas y una gran cantidad de mezquitas, algunas espectaculares, como la Mezquita Al-Hakim o la Mezquit de Muhammad Alí que impacta por sus cúpulas y decoración interior. Definitivamente es una tierra de contrastes”.