Demonios bajo un cielo santo

Por Marcelo Contreras

LA CHICA DEL VATICANO. NETFLIX.

Emanuela Orlandi tenía quince años cuando desapareció en la ciudad del Vaticano, la tarde del miércoles 22 de junio de 1983. Asistió a un ensayo musical por el término del año escolar y telefoneó a casa contando que un hombre la había abordado para repartir folletería de productos Avon. Pasadas las horas y ante el cierre de las puertas del estado pontificio a las nueve de la noche, la familia entró en pánico. Tenían la certeza de que a Emanuela le había sucedido algo.

En los siguientes días recibieron numerosos llamados telefónicos aportando escasos datos, hasta que el papa Juan Pablo II aludió a su desaparición en el mensaje dominical del 3 de julio en la plaza de San Pedro. “Comparto la preocupación y la angustia de los padres”, dijo la máxima autoridad del catolicismo. Luego, el pontífice dejó entrever un posible secuestro de esta joven hija de un funcionario del Vaticano. “Le estoy hablando a los responsables de este caso”, acotó.

Hasta ese momento, la policía indagaba la pista de Emanuela abordada para promover cosméticos, sin descartar que sólo era una quinceañera con ganas de juerga. ¿Cómo sabía el papa que Emanuela estaba retenida?

Dos días después del mensaje de Juan Pablo II, un llamado a la familia Orlandi exigió la liberación de Alí Agca, el turco que, en 1981, atentó a balazos contra el líder católico. Se dio una fecha límite sin que nada sucediera.

La chica del Vaticano indaga distintas teorías que plantean un ajuste de cuentas de la mafia con la Santa Sede, involucrada en desvíos de dineros para combatir al comunismo y derribar la “cortina de hierro” en Europa, a través del fortalecimiento del sindicato Solidaridad en Polonia. Otros indicios apuntan a una trama de explotación sexual con altos funcionarios eclesiásticos involucrados.

Como suele ocurrir con las series documentales actuales, los cuatro capítulos de La chica del Vaticano perfectamente podrían condensarse a la mitad. Pero el efecto de la investigación se dejó sentir. La sede del catolicismo anunció en enero la reapertura del caso por orden del papa Francisco II.