Educar para emprender: la clave para avanzar

Por Alejandra Mustakis, emprendedora y empresaria chilena

Emprender es una gran escuela, porque se aprende haciendo. Es allí donde deben apuntar los esfuerzos las universidades, los colegios y las políticas públicas en educación, para fomentar esas cualidades y herramientas que algunos llaman “blandas”, pero que hoy aparecen más “duras” e importantes que nunca: la imaginación, la positividad, la empatía, la fuerza y todo lo que tiene que ver con el ser.

En momentos en que las certezas son escasas y las oportunidades hay que detectarlas y aprovecharlas, la educación y el emprendimiento se presentan como dos maneras tangibles de generar movilidad social.

Poco a poco, este discurso ha ido permeando la conversación pública y —lo más importante— la percepción de la gente. Hace unos meses, el Global Entrepreneurship Monitor (Reporte Nacional de Chile 2022) destacó entre sus resultados que el 80% de la población adulta percibe al emprendimiento como una opción de carrera en Chile; y un 70% dice contar con los conocimientos y habilidades para comenzar un emprendimiento y tener referentes cercanos que lo han hecho en el último año.

Pero solo un 51% vio oportunidades para empezar un negocio en el área donde vive y un 46% manifestó su intención de emprender en los próximos tres años (ambos indicadores a la baja). ¿La clave? Un 50% de los encuestados mantiene el miedo al fracaso como una barrera al momento de emprender.

Esa posibilidad del fracaso siempre está. Es latente. Aprender a equivocarse es importante. Las cosas toman tiempo, no son inmediatas. Nada es fácil, como nada es imposible. Todo es prueba y error, las equivocaciones son parte del camino y con cada una de ellas podemos aprender y convertirnos en personas más fuertes que en un comienzo.

Por eso, emprender es una gran escuela porque se aprende haciendo, que es todo lo que viene en la nueva educación para el mundo.

Y allí es donde deben apuntar los esfuerzos desde las universidades, los colegios y las políticas públicas en educación, para fomentar estas capacidades que permiten emprender. Cualidades y herramientas que algunos llaman “blandas”, pero que hoy aparecen más “duras” e importantes que nunca: la imaginación, la positividad, la empatía, la fuerza y todo lo que tiene que ver con el ser.

Porque cuando uno es emprendedor, debe hacer de todo. Eso mismo fomenta una visión global y un aprendizaje completo sobre ser muy ejecutivo. Clave para el desarrollo de todas las áreas.

Una mirada así de amplia es la que se necesita en los procesos de la educación. Estar capacitándose constantemente, investigar sobre todos los temas que hay en el mercado, buscar todas las oportunidades y aprender a ser porfiado, pero siempre escuchando un poco. Hablar con la mayor cantidad de gente que está haciendo lo mismo, a la vez que con quienes no les ha funcionado, para entender a qué problemas y desafíos se enfrentaron. No creer que uno se las sabe todas o que estamos solos en esto. Y reforzar la perseverancia. Todo eso está en el “emprender”.

Esto es fundamental en el Chile de hoy. Los empleos como los conocemos van a desaparecer. No tenemos idea cuáles van a ser las carreras que en diez o quince años más van a estar liderando. Por eso educar para emprender es tan importante. Enseñar la proactividad, la búsqueda de oportunidades y el equivocarse es parte de las habilidades que hay que relevar en Chile para desarrollar nuestro país, porque el talento lo tenemos de sobra.