Sin tener un título profesional, Giancarla se construyó a sí misma con las pocas herramientas que tuvo a mano. Con un pasado duro, difícil y doloroso, hoy brilla. Radicada en Estados Unidos hace tres años, su propósito está anclado en la educación del talento a través de un innovador método —Almando—, que presentó en el IV Congreso Mundial de Mujeres Líderes en la Facultad de Negocios de Harvard y que está revolucionando la educación escolar en diversos países de la región. “Da lo mismo las personalidades, los temperamentos, los diagnósticos, tú tienes el poder de crear lo mejor para tu vida. Cuando te acercas a tus fortalezas y desarrollas tus talentos nada es imposible”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés
Giancarla está sentada frente a una mesa. Lleva puestos unos pantalones ajustados a los muslos largos, blusa a rayas, blazer negro y una boina gris como antesala a sus ojos claros y siempre abiertos a la vida y sus oportunidades. Fue una conversación a corazón abierto. “La mía es una historia de dolor y resignificación”.
Así parte esta entrevista que durará un par de horas, con té Chai y café de por medio.
Hija de empresaria y militar, creció en un ambiente individualista, de golpe y anulación. “Mis papás nunca debieron tener hijos”, sentencia. Sufrió bullying en el colegio “por ser rubia de ojos azules”, y eso la transformó en una adolescente solitaria, rabiosa y desconfiada que repitió cuarto año medio; “me sentía muy tonta”.
Se casó joven —demasiado tal vez, pero cuando uno está enamorado no hay mucho que hacer—, con un vestido vaporoso, una tiara y una carroza blanca tirada por cuatro caballos a tono. “Parecía la princesa de un cuento”. Pero el cuento se acabaría dos hijas después. “Fue una decisión difícil, pero necesaria”, me dirá más adelante.
“La serendipia ocurre cuando te atreves a dar un paso en la incertidumbre, cuando te permites salir de lo conocido y dejas espacio a que la vida te sorprenda”, decía Mario Alonso Puig. La vida de Giancarla ha estado llena de ellas; como el libro de programación neurolingüística que llegó a sus manos y que entendió a la perfección, pese a tener dislexia, dislalia y déficit de atención severo sin hiperactividad que le diagnosticaron, recién a los veintidós, cuando ya había nacido su segunda hija. O la obtención de la visa EB-1, un suceso que su abogado calificó como algo extraordinario. O el haber cursado un máster en España y un curso de verano en Harvard sin título profesional, requisito fundamental para poder hacerlo.
Giancarla fue golondrina en invierno. Una que, aunque nunca quiso ir a la universidad, estudió secretariado bilingüe, PNL, sicología positiva, coaching, mentoring, hipnosis y neurociencia de la mano de Nazareth Castellanos, herramientas que fueron vitales para esculpirse a sí misma, potenciar sus talentos y “romper el paradigma desde el amor”, como ella misma cuenta.
Los libros de PNL, que la llevaron a hacer un diplomado, la salvaron. Con ellos aprendió a desarrollar estrategias para su aprendizaje. Y de ahí no paró más. Estudió todo tipo de coaching: de talento, infantojuvenil, de imagen, de empresa y de liderazgo. “Durante diez años me he dedicado a estudiar en base a la PNL el coaching, mentoring de desarrollo para las empresas e hipnosis”.
Puso en la juguera todos esos conocimientos y creó el método Almando con excelentes resultados. “Mis clientes eran quienes habían ido a muchas terapias sicológicas sin resultados”.
“En PNL se dice que la excelencia se modela, pero ¿qué es la excelencia? Es el talento de cada uno de los seres humanos. Me di cuenta de que cuando yo hablaba con personas exitosas a nivel empresarial y profesional, a todos les costaba encontrarse talentosos, porque tenían vacíos, generalmente emocionales, y empecé a investigar en base a eso”.
Entonces ingresó a Gallup —un centro internacional que se basa en el estudio de fortalezas y talentos a nivel empresarial— y decidió extrapolarlo al área de la familia y las personas en general.
Ahí empezó a crear los valores esenciales que necesita un ser humano para desarrollar su talento. Modificó el método Almando, esta vez bajo la teoría del talento. Hoy el método está implementado en dos colegios a nivel nacional: uno en Collipulli y otro en La Pintana. “Hemos trabajado en Argentina, Perú y República Dominicana, enfocándonos en el área empresarial y educativa, donde se amolda y acomoda según la institución, además de Estados Unidos”.
¿Cuál es tu propósito?
Mi propósito inicial fue construir con mis hijas una relación extraordinaria. Todo lo que hago hoy parte por la inspiración que ellas me entregaron para ser mejor persona. Ellas fueron el gran motor. Y mi propósito hoy es que la gente haga eso con el resto de las personas porque comprendí que cuando tu sirves a los otros te sientes cada vez mejor, porque vives desde el amor. Quiero que todos tengan esa oportunidad, que sepan que no hay imposibles y que existen herramientas para lograr todos los sueños.
En Harvard conoció a la única latina graduada del Método de Harvard con un MBA hace cinco años y que había formado el Congreso Mundial de Mujeres Líderes en la Facultad de Negocios de Harvard. “Rosalind me llamó porque había visto mi currículo y se había enterado de que me habían aceptado a pesar de no tener una carrera profesional. Ahí me invitó a dar una charla sobre la educación del talento”.
¿Cómo fue la experiencia?
Única. Estar allá era como estar en el castillo de Harry Potter. Me encantó haber ido, pero Harvard no me define y eso es lo que quiero que los jóvenes entiendan.
¿Y qué te define?
El amor. Me define ayudar a familias que no se comunican y ser parte de una solución. Ser un granito de arena en la vida de esas personas. Eso es lo que me define.
NO HAY IMPOSIBLES
Tiene tres hijos: Trinidad (20), Florencia (18) y Agustín (11), con quienes le encanta viajar. “Intento vivir con ojos de turista en todos los lugares. Me fascina la luna, la noche, el pisco sour, ir al gimnasio, leer. Amo escribir, estoy terminando un libro sobre crecimiento personal y el poder del talento. Se va a llamar Mi pequeña no te alejes y se trata de la relación que tenemos que construir con nuestros hijos potenciando sus talentos”.
Tu enfoque en la Educación del Talento desafía los modelos tradicionales. ¿Cómo visualizas el futuro de la educación en un mundo postpandemia, donde la innovación educativa es más crucial que nunca?
La única forma de que los colegios sobrevivan en el tiempo es que actualicen sus mallas curriculares, preguntarse cómo hacer para que el sistema sea más cooperativo, más humano. Y para eso hay que poner la educación por sobre la política. Que un proyecto de gobierno sea más potente que el presidente de turno. La educación debe ser número uno, como lo es en Finlandia, donde el recurso más importante son los niños y ese foco no lo podemos perder. Cuando creas un currículo en base a sus necesidades los estás preparando para la vida.
¿De qué manera potenciar y desarrollar los talentos de nuestros hijos?
Educándonos. Que sepamos que existen distintos tipos de talentos: físicos, sicológicos, reflexivos, analíticos y sociales. Cuando nos educamos, tengo la capacidad de mirar a mi hijo y ver no sólo que es bueno para el tenis, por ejemplo, sino que, además, tiene habilidades comunicacionales. La clave es de qué manera potencio eso. El tenis es el resultado de algo que a él le gusta y lo motiva mucho, que es el deporte. Si quisiera ser deportista profesional el día de mañana, ¿qué necesita en base a capacidades y habilidades para que eso se cumpla? Necesita ser perseverante, ser muy analítico en los lugares donde jugará, en el coach que va a tomar, en un sinfín de toma de decisiones y áreas en donde tú aprendes a lidiar mucho mejor con la frustración con resultados positivos. Que nuestros hijos aprenden a lograr sus objetivos, a crear un plan de acción, a analizarse respecto a sus habilidades, no solo tienen mayores herramientas para gestionar sus emociones sino la vida en general: saber tomar buenas decisiones y vivir desde un foco de atención positivo.
Tu experiencia en Harvard marca, en cierta forma, la validación de tu método Almando, ¿qué significó para ti dar esa conferencia?, ¿qué feedback tuviste?
Nunca me imaginé que iba a ser alumna de Harvard. No estaba en mis planes. Menos, que iba a dar una conferencia ahí y eso marcó, indefectiblemente, un antes y un después. “Si entraste a Harvard puedes hacer lo que quieras porque lo vas a lograr, no hay imposibles”, me dije.
En una época donde el estrés y la ansiedad han alcanzado niveles alarmantes, ¿cómo crees que la educación emocional puede ser integrada efectivamente en el currículo escolar?
Es imperioso que los colegios se den cuenta, de una buena vez, que tienen que pasar materias como la inteligencia del talento, educación emocional, canto, vocalización, actuación, autoestima, que aprendan a gestionar la ansiedad. La educación tiene que centrarse en las habilidades, para que ellos sepan cómo desenvolverse en este mundo tan incierto e individualizado. Tenemos que educar para la vida.
¿Cómo entrenar a los padres en la educación emocional de sus hijos?
Yo siempre digo que cuando eres congruente como adulto en base a lo que hablas, a lo que sientes, a lo que piensas, a lo que dices, la gente lo ve. Los niños y jóvenes son el fiel reflejo de lo que pasa en su familia. Si tienes un hijo bueno para el alcohol tienes que ver qué es lo que ha visto o ha aprendido de mi familia que hace que le guste el trago y así sucesivamente con todo. El apoyo emocional, el estar disponible para nuestros hijos. Un beso, un abrazo, una llamada para saber cómo está, transforma muchas más vidas de lo que puede transformar el pagarle un diplomado. Cuando nos sentimos amados, queridos y respetados sacamos lo mejor de nosotros mismos. La atención, la cercanía, la escucha sin juicios, la comunicación, el amor, el respeto son valores esenciales y la base para conseguir grandes cosas en tus hijos.
¿Qué libro o persona ha influido más en tu filosofía educativa?
Mis grandes autores de referencia son John Grinder y Richard Bandler, los creadores de la programación neurolingüística, y Stephen Gilligan, que tiene una mirada más moderna. Mi metodología está basada en esa mirada más contemporánea según la personalidad y características de cada persona. En cuanto al ámbito de la educación, me gusta mucho José Antonio Marina, cuya concepción del talento es más integrativo. Toda esa filosofía la fuimos aplicando en el tiempo con Almando respecto a nuestras propias experiencias, porque no es lo mismo aplicarla en un colegio que tiene una vulnerabilidad extrema en base a drogas, hacinamiento y falta de recursos económicos y emocionales versus colegios del sector oriente que, aunque existe vulnerabilidad de derechos (sexuales, físicos, sicológicos), el ambiente no es el mismo. La manera de implementar la metodología es muy distinta. Depende del entorno dónde estás posicionado para adaptarte a él y entregar herramientas según nuestra teoría en base a la educación del talento.
¿QUIÉN ES GIANCARLA MARISIO?
Presidenta Programa The Wake Up Project
Master Trainer en Programación de Habilidades, Bienestar y Talento
Diplomado PNL
Coach en Educación Emocional y ParentalidadDirectora Método Almando
Ganadora Premio “Mujer Impacta a la Comunidad” Latinas Pro, Miami 2024
MÉTODO ALMANDO
Consta de una serie de metodologías prácticas y dinámicas dirigidas al empoderamiento infantojuvenil y al reconocimiento del bienestar, habilidades y comprensión del talento. Este enfoque práctico y dinámico ha demostrado ser una herramienta poderosa para mejorar la autoestima y las habilidades de los jóvenes, permitiéndoles alcanzar su máximo potencial.