María José Abogabir: Mundo natural

ilustradora

La naturaleza está presente en cada una de sus creaciones. Cada pincelada refleja el amor infinito que tiene por la flora y la fauna. Lo que comenzó hace ocho años, con la llegada de su hija Ema, con el tiempo fue dando vida a un universo de posibilidades donde poder plasmar su arte: santitos, cuadros, papeles murales, sábanas, cortinas, ropa infantil, incluso packaging de chocolates. Hoy, está concentrada en un nuevo proyecto que la tiene totalmente enamorada: un libro.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés

Tiene dos hijos y más de trescientos libros de cuentos, su debilidad, y por lejos, su mayor tesoro. Aunque en un principio estudió arte, hizo un paréntesis para estudiar danza, fotografía y nutrición, pero volvió a sus orígenes y, luego de titularse, aprendió ilustración.

Fue trabajando en una tienda de materiales de arte donde incursionó con la acuarela y de ahí no la soltó nunca más. “Nos pedían probar los productos y ahí encontré esta técnica que me fascinó y que hasta el día de hoy me sigue desafiando y entregando calma con cada trazo que hago. Desde que comencé hasta ahora ¡No la cambio por nada!”.

“Animalaria nació con mi hija Ema, que despertó en mí las ganas de hacer ilustraciones para los niños, de conectarme con ese mundo infantil. Como soy fan de los animales, quise pintarlos. Ellos despiertan sentimientos como el amor y la ternura, se relacionan con el juego y el compañerismo. Ese fue mi primer objetivo, transmitir esas emociones y que se convirtieran en sus primeros amigos pintados en un cuadro o en una pared”.

Un lenguaje artístico propio que mantiene hasta hoy.

El mundo infantil atraviesa toda tu obra, ¿tiene que ver tu infancia en eso?
Mi infancia influye en mi obra porque viví desde chica con hartos animales y eso me marcó. Crecí en Santiago en una casa grande con perros, gatos, pájaros, gallinas, hasta tuve de mascota una tortuga. Pero creo que lo infantil como inspiración explota con el nacimiento de mi hija, que fue una poderosa conexión con el mundo de los niños que jamás había dimensionado y que dura hasta hoy.

¿Cómo es tu proceso creativo?
Trabajo con seres vivos, en ese sentido mi proceso creativo se basa en la elección de una especie, ya sea por razones estéticas o por su valor ecosistémico. Luego de la elección, busco información visual, principalmente fotografías, que me aporten distintas visiones de la misma. Y a partir de lo que observo, hago una interpretación propia que expreso a través de la acuarela. Es la técnica lo que me permite jugar con las diferentes texturas, transparencias, pelaje, colores, luminosidad y follajes. Cada especie expresa algo con su postura, con sus ojos, con la posición de sus orejas y eso siento que puedo reproducirlo dándole una intención, un sentido.

¿Qué te inspira?
Estar en contacto con la naturaleza me recarga de energía y creatividad. También los viajes hacen que se me abra la cabeza en cuanto a procesos creativos, ver culturas distintas, historia, eso hace también que me inspire en cosas nuevas.

Además de Ema, “mi principal clienta y mi mayor fan”, María José es mamá de Fede (4). “Él mira mis trabajos, los analiza y aprende. Va reconociendo las especies, dónde viven, qué hacen, sus ruidos, sus formas. Fue mi primer cliente con el papel mural Mapamundi, su parte preferida de la pieza hasta el día de hoy. Además de saber los continentes y los océanos, tiene muy claro que quiere ir a la Antártica a conocer al pingüino emperador.

¿Quiénes son tus referentes?
He pasado por muchos en mi vida, pero los que se han mantenido han sido ilustradores que admiro profundamente, ya sea por su técnica o por la forma en que expresan a través del dibujo o la acuarela, como Carson Ellis, Michelle Morin, Oliver Jeffers o Julie Morstad. A veces un dibujo, una hoja o una simple paleta de color me inspiran un tema entero.

¿En qué estás ahora?
Además de desarrollar nuevas temáticas, estoy trabajando en un libro que es un formato que me encanta, y que en particular es un proyecto que me tiene muy emocionada y entusiasmada. Un desafío maravilloso.