Sobreviviendo

Por Marcelo Contreras

¿De qué sirven las redes sociales si no es para quejarse? En la más amplia de las tribunas públicas jamás creada, se repiten los juicios y pedradas virtuales lamentando la supuesta pérdida de categoría del Festival de Viña. Si no es por el show —el blanco favorito—, los reclamos apuntan a la elección del jurado.

Esta vez causa escozor que, entre sus miembros, la única figura con conocimientos musicales es Juanita Parra, la baterista de Los Jaivas. ¿Qué hacen ahí animadores como Eduardo Fuentes y Daniel “Huevo” Fuenzalida? ¿Por qué le dan cabida al actor Gonzalo Valenzuela? ¿Qué sabe de música el periodista y rostro José Luis Repenning? ¿Cómo es posible que figure el cantante urbano Polimá Westcoast?

Es el tipo de dardo que se lee una y otra vez, junto con recordar otras épocas donde el más relevante de los festivales hecho en Chile, supuestamente, solo tenía espacio para la calidad y la excelencia.

La memoria es frágil.

En 1994, figuró Frank Lobos, jugador de la sub 17, junto a Alejandro Sanz. A Marlén Olivarí, la showoman de gruesas performances, que si cantaba lo hacía en la ducha, calculadamente se le desbordó el escote en 2007 como único aporte, cuando el jurado lo presidía el astro francés Hervé Vilard. Joey Travolta, cuya única gracia era ser hermano de John, hizo playback en 1980, causando fervor.

Es cierto que, en 1988, estuvo George Martin, el productor de The Beatles, el mismo año que también era jurado la bella Ornella Muti. Sin embargo, los más conmovidos con la presencia del británico fueron Los Enanitos Verdes.

El festival de Viña ha logrado superar el paso del tiempo, precisamente, por entender algo que las audiencias más elitistas no perdonan. El evento de la Quinta Vergara no es solo un espectáculo musical, sino un número de variedades televisivo montado en un gigantesco estudio al aire libre.

De aferrarse exclusivamente a su componente musical, no habría sobrevivido. El público masivo necesita circo y detalles, como un jurado variopinto y cahuines varios. Su fórmula de éxito por más de sesenta años, no se explica solo por las canciones.