A trescientos años del hallazgo europeo de Rapa Nui

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El 5 de abril de 1722, arribaba a las costas de Napa Nui el explorador neerlandés Jacob Roggeveen, quien se convertía en el primer europeo en llegar a esta lejana isla ubicada en medio del Pacífico. Aquel día se celebraba la Pascua de Resurrección y por ello, el líder de la expedición, de confesión cristiana protestante, no dudó en denominar a este espacio insular con el tradicional nombre con el que es conocido internacionalmente: Isla de Pascua.   

Jacob Roggeveen era un intelectual, hijo de un matemático con estudios de astronomía y conocimientos cartográficos, por lo que se puede afirmar que, desde niño, recibió una educación privilegiada. Luego de doctorarse en Derecho, quiso dilucidar los misterios geográficos del Pacífico, en particular, la comprobación de la existencia de una isla que había sido avistada a fines del siglo XVII, la “Tierra de Davis”, supuestamente ubicada entre las Galápagos y Juan Fernández.

El otro aspecto que cautivaba su interés era poder comprobar la existencia de la “Terra Australis Incognita”, otro misterioso territorio que desde hace varios siglos era representado cartográficamente y que aún en los comienzos del siglo de las luces era un tema no resuelto. Ya Fernando de Magallanes, cuando avistó la “Tierra del Fuego”, pensó que se trataba de una parte de esta “Terra Australis”, sin embargo, años más tarde Drake probó que era una isla.  Lo mismo ocurrió en 1616 cuando los neerlandeses Schouten y Le Maire avistaron la “Tierra de los Estados”, frente a la “Tierra del Fuego”. Nuevamente pensaron que se trabaja de una península del mítico continente austral, sin embargo, otro neerlandés, Brouwer, comprobó en 1643 que esa “Tierra de los Estados” en realidad era una “isla de los Estados”.

Con los años se descubrió una parte de lo que hoy es Australia y también de Nueva Zelanda -por parte de neerlandeses- pero aún cabía la esperanza de poder hallar esa tierra incógnita que tantas veces había aparecido en los mapas.

De allí se explica la expedición que quiso realizar Roggeveen, quien concretó su sueño y pudo zarpar al mando de tres naves desde el puerto de Texel en 1721 en busca de aquellos dos objetivos: hallar la “Tierra de Davis” y confirmar la existencia de la “Terra Australis”. Esta expedición estaba al servicio de una de las dos empresas de comercio ultramarino más importantes de los Países Bajos: la Compañía Neerlandesa de la Indias Occidentales.

De los objetivos planteados, no pudo cumplir ninguno, pero avistaron aquella misteriosa isla que llamaron Pascua, que ofrecía un espectáculo maravilloso y cuya población polinésica recibió a los visitantes con gran cordialidad. Lamentablemente, un penoso incidente en los días posteriores producido por un joven oficial neerlandés, que se sintió atemorizado al verse rodeado por una muchedumbre, abriendo fuego, terminó con un saldo de varios muertos, empañando un encuentro que había sido pacífico y que hoy recordamos, 300 años después.