La estatua de la Justicia en Valparaíso: varios mitos, una verdad

FOTOCOLCONECTADOS

Quienes frecuentan la zona patrimonial de la ciudad puerto, habrán visto, más de alguna vez, la famosa estatua de la Justicia que está junto al frontis del palacio de la Corte de Apelaciones, y casi al frente de la estación baja del ascensor El Peral. Esta escultura, una de las más bellas de la ciudad, carga consigo muchas historias, aunque, desde hace un tiempo, la investigación histórica ya ha zanjado el misterio.

 Se suele contar que esta magnífica obra de arte de 3,2 metros de altura y 1.500 kilos era originaria de Lima, y que, tras la ocupación de las tropas chilenas a la capital, producto de la Guerra del Pacífico, había sido traída a Valparaíso como trofeo, instalándose en el centro de la plazuela San Agustín, hoy Justicia.

También se cuenta que un antiguo virrey del Perú mandó a hacer esta escultura, tras enterarse de que su hijo no iba por el buen camino al asesinar a una persona. De ahí que la imagen representaría a una “justicia imperfecta”, con sus ojos sin vendar, un mensaje crítico para quien supuestamente, algún día, heredaría el virreinato.

Estos y muchos otros relatos han sido parte de la imaginación del ser humano. De hecho, el gran escritor porteño, Joaquín Edwards Bello, incluyó en su genial obra Mitópolis, estas versiones fantasiosas sobre el origen de aquella bella estatua. Sin embargo, la verdad era otra y mucho más sencilla de lo que uno podría imaginar.

El intendente de Valparaíso, Francisco Echaurren, el mismo que hasta hoy recordamos con el nombre de la plaza del Barrio Puerto, encargó a Francia las estatuas de las «Cuatro Estaciones», que hoy están ubicadas en la plaza Victoria, la de Cristóbal Colón, que hasta el llamado “estallido social” estaba situada en la Avenida Brasil, y la de la Justicia, en la plaza del mismo nombre. Estas obras, todas de gran formato y calidad, fueron fundidas por la prestigiosa firma Val d’Osne de París, y financiadas por el municipio de Valparaíso.

En cuanto a la “Justicia”, ya estaba en el puerto en 1876 y fue inaugurada en solemne ceremonia el 20 de agosto, fecha en que se conmemoraban los noventa y ocho años del natalicio de Bernardo O’Higgins, el padre de la patria, y figura muy significativa para la ciudad.

La imagen seleccionada, escogida en el catálogo de la casa parisina, como bien describía Roberto Hernández, uno de los más grandes cronistas de Valparaíso, “Representa a la diosa Themis, con traje talar, la frente ceñida con una diadema. Porte majestuoso, la diosa Themis tenía en sus hermosos ojos el don de ver dónde estaba la verdad”.

Pero si hay claridad sobre el origen, ¿qué significa la curiosa característica que tiene la imagen? ¿Por qué no tiene los ojos vendados, ni la balanza en posición de equidad? Hace pocos años en un libro sobre los orígenes e historia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, cuyos autores fueron los historiadores Héctor Correa y Cecilia Inojosa, esta última llegó a descifrar el misterio: “Claramente la idea que se quiere simbolizar es la representación de una estatua que más bien apunta a la “cosa juzgada”, en la “res iudicata”, en el sentido de la sentencia que no es posible de impugnar. Y por ello con su mirada hacia lo alto, en su calidad de diosa, guarda su espada y su balanza, dignamente pues su trabajo ha terminado, está en paz”. En definitiva, la escultura de la diosa Themis es hoy un valioso patrimonio de la ciudad que, en un espacio público, sigue conviviendo entre fantasía y realidad.