Jean Paul De la Harpe: Patrimonio natural

Fotógrafo de naturaleza y biólogo, lleva más de veinte años retratando nuestro patrimonio natural con el propósito de educar y crear conciencia sobre la importancia de su conservación. Embajador de Sony Latinoamérica, autor de ocho libros y diversas publicaciones en revistas especializadas, pasa gran parte de su tiempo realizando cursos, workshop y expediciones fotográficas a distintos rincones de Chile y Sudamérica. A lo anterior, se suma su reciente trabajo como guía fotográfico en el continente blanco, la Antártica.

Por Macarena Ríos R. /Fotografías Jean Paul De la Harpe Z.

“Hoy en día, la fotografía es mi forma de vida y el medio perfecto para llevar un mensaje a una gran cantidad de gente. A través de ella podemos generar realidades a partir de una sola imagen y eso fue lo que me sedujo: utilizarla como una herramienta efectiva para hablar sobre la importancia de la conservación del patrimonio natural que hemos heredado.

Creo que la fotografía es una de las mejores maneras de evocar emociones en las personas y lograr cambios de conductas. Por eso opté por este camino hace más de veinte años, dejando de lado mi carrera como científico y dedicándome full time a esto.

Tenía catorce años cuando mi papá me regaló una antigua cámara analógica y nunca más la solté. A partir de ese momento se transformó en una sana obsesión y en una gran compañera que llevaba a todos lados.

Mis intereses en la fotografía siempre han estado ligados a la fotografía de naturaleza. Dentro de esa temática, he recorrido cada una de las diferentes ramas que podemos encontrar: paisaje, fauna, macro, nocturna y abstracta. La razón por la cual me dediqué a este tipo de fotografía radica en mi amor y pasión por la naturaleza. Me fascina estar en ella cada vez que puedo. Es ahí donde me encuentro cómodo y acogido. Y es por lo mismo que siento el llamado de darla a conocer para ponerla en valor a través de mis imágenes, para crear conciencia de la importancia de su conservación.

Para mí la naturaleza es todo. Es donde encuentro la razón de nuestra existencia. Y esto desde muy pequeño. Mis primeros años los viví en el campo. Siempre he estado en contacto con ella y no me imagino estar alejado de ella.

El encierro en pandemia para mí no fue tan terrible, ya que tengo la suerte de vivir en los faldeos cordilleranos de Colina, donde existe una rica biodiversidad y espacio para salir a caminar y hacer fotografía. De hecho, este año más que nunca pude gozar del lugar donde vivo, explorarlo de manera más cercana, más íntima. Creo que eso es muy importante en fotografía: conocer muy bien tu zona local.

 ENSAMBLAJE PERFECTO

El paisaje me provoca una sensación de paz, de armonía, de equilibrio. Me siento acogido, me siento a gusto, independiente sí hacen 35 grados o -10 grados. Siento que, de una u otra forma, pertenezco a ese espacio, y trato de evocar la emoción que me genera, más allá de ser un registro en el tiempo.

Cada paisaje que fotografío representa el ensamblaje perfecto de una serie de elementos, vivos y muertos, que coexisten en un equilibrio a veces frágil. Cada rincón representa una pequeña historia que data de millones de años. Nos habla del largo camino que nuestro planeta ha recorrido a través del tiempo.

Mi estación favorita, por lejos, es el otoño. Es una estación donde todo comienza a entrar en pausa, en un descanso merecido del frenesí primaveral y lo monótono del verano. Es en esta estación cuando la luz se distribuye por el paisaje de una manera sutil, delicada, acompañada de cielos cargados de nubes y vientos de cambio. Además, la coloración de los bosques sureños hace de esta estación un imperdible a la hora de hablar de fotografía que evoque sensaciones y emociones.

Gracias a la fotografía he tenido la suerte de recorrer gran parte de nuestro país. He sido un afortunado en poder gozar con las frías luces del altiplano, hasta los lluviosos fiordos patagónicos. Pero quizás el lugar más esperado por mí fue la Antártica, donde tuve la posibilidad de fotografiar sus paisajes y su increíble biodiversidad como fotógrafo de expedición para Antártica XXI, que opera hace muchos años cruceros de exploración antártica. Pude estar un mes viviendo en un barco, recorriendo gran parte de la península antártica. Sin duda ha sido un viaje que me ha marcado, sobre todo porque era un sueño que tenía desde niño.

Trato de descubrir rincones únicos, que ojalá nadie haya explorado o por lo menos fotografiado. Y en Chile aún podemos encontrar muchos de aquellos lugares, incluso en zonas muy cercanas a la capital. El secreto es aprender a ver lo que es invisible para lo demás. Esa es una habilidad que uno va adquiriendo y desarrollando con los años.

Una foto puede tener serias deficiencias técnicas, pero si logra expresar y causar la reacción que uno busca en la gente, creo que esa es la toma perfecta. Es muy común ver fotos muy bien ejecutadas, con una técnica muy cuidada, pero que carecen de un sentido comunicativo o que, simplemente, pasan a ser fotos muy impersonales. Creo que por ahí debe ir la búsqueda de un fotógrafo: plasmar en una imagen un concepto, una idea, pero que tenga una impronta de quien lo comunica. Desde ese punto de vista, esa sería para mí la toma perfecta”.