¿Y qué hacemos con los errores?

Por Alejandra Mustakis, Presidenta Asociación de Emprendedores de Chile, ASECH

¿Qué es preferible, criticar y quedarse en lo mismo de siempre? ¿O mejor nos aventuramos en el diseño de una mentalidad país donde los errores sean parte del aprendizaje? Construyamos una sociedad donde las nuevas generaciones sean valientes y sepan escuchar una crítica sin desmoronarse; donde las equivocaciones sean parte del cambio y las veamos como una etapa intermedia hacia el progreso.

Desde niños se nos enseña que equivocarnos es algo negativo, que tratemos de evitarlo a toda costa para que nos vaya bien en los estudios, en el trabajo o en la vida. Para que no hablen mal de nosotros. Crecemos con esa noción hasta que llegamos a la adultez y nos damos cuenta de que equivocarse es inevitable, pese a todos los esfuerzos que hagamos. La clave está en qué hacer con esos errores, cómo actuamos hacia adelante.

Históricamente muchos errores han dado paso a insospechados descubrimientos, como por ejemplo el horno microondas, los marcapasos, los papeles autoadhesivos post it o la penicilina, entre muchos otros más. En el mundo del emprendimiento son célebres los casos de emprendedores cuyas ideas fueron rechazadas numerosas veces y pese a las críticas, perseveraron en sus propósitos hasta alcanzar el éxito. Pensemos por ejemplo en Steve Jobs, Bill Gates o la autora de Harry Potter, JK Rowling.

En la era de las redes sociales, el juicio anónimo y los ataques gratuitos, están a la orden del día. Creo que llegó el momento de dar un giro a la tendencia y valorar a los chilenos que se están atreviendo a hacer cosas, que no le tienen miedo a equivocarse ni a ser criticados aún sabiendo que esto va a ocurrir. Dejemos de ver los comentarios negativos como un impedimento a lo que queremos alcanzar y usémoslos más bien como un motor de cambio, como el impulso para demostrarnos a nosotros mismos —y por consecuencia, a los demás—, que somos capaces de superar las adversidades y seguir avanzando.

¿Qué es preferible, criticar y quedarse en lo mismo de siempre? ¿O mejor nos aventuramos en el diseño de una mentalidad país donde los errores sean parte del aprendizaje? Construyamos una sociedad donde las nuevas generaciones sean valientes y sepan escuchar una crítica sin desmoronarse; donde las equivocaciones sean parte del cambio y las veamos como una etapa intermedia hacia el progreso. Agreguemos a los planes de estudio ejemplos emblemáticos de fracasos y cómo lograron solucionarse; implementemos en los espacios de trabajo instancias para recibir y proponer comentarios constructivos, para encontrar nuevas formas de hacer las cosas, distintas a lo ya establecido.

Hace muchos años el ex Presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt dijo que “el único hombre que no comete errores es el que jamás hace nada”. Aceptemos que errar es parte de la vida y una vez libres, estaremos listos para perseguir nuestros objetivos sin límites. Quizás de eso se trata precisamente: un gran proyecto o idea pueden estar compuestos de una serie de errores y críticas antes de haber madurado y eso los hace aún más valiosos.