Marko Razmilic: El futuro es ahora

presidente Asociación de Industriales de Antofagasta

Fue una de las primeras portadas de nuestra Tell Magazine Norte y, en ese entonces, estaba enfocado en el proyecto que finalmente cambió la cara de la capital regional. Gracias al espíritu empresarial de su familia, se abrió un nuevo horizonte para proyectos inmobiliarios de calidad, generando una ciudad más equilibrada y en permanente crecimiento. Hoy lidera la AIA, uno de los gremios más importantes de la industria local. Con un perfil fuerte, poco expuesto y de gran arraigo, nos da sus impresiones sobre cómo estamos y hacia dónde vamos.

Por Claudia Zazzali C. / Fotografías gentileza AIA

Durante casi toda su vida, Marko Razmilic Kútulas estuvo vinculado directamente al mundo de los negocios, gracias a la potente imagen que en su familia proyecta Nicolás Kútulas Pappagribas, el patriarca.

La historia cuenta que luego de la Primera Guerra Mundial, Nicolás decidió dejar su Grecia natal y luego de un periplo por Francia, aceptó una invitación a Antofagasta para cumplir sus sueños. Por décadas, las empresas Kútulas fueron las más importantes productoras avícolas de la región, hasta que, durante 2003, dieron un vuelco al mercado inmobiliario, desde donde impulsaron un importante “antes y después” de la ciudad.

Marko era uno de los rostros visibles de este holding, hasta que, en abril de 2012, asume el desafío de presidir la Asociación de Industriales de Antofagasta, luego de la renuncia de su antecesor, Felipe Trevizán. Desde ahí hasta hoy, su objetivo ha sido “potenciar el trabajo profesional y en equipo, con el propósito de aportar a una región desarrollada y sustentable en lo productivo empresarial, en lo educativo-tecnológico, en lo ambiental, en lo cultural, en lo social y en la calidad de vida de las familias de nuestra región”, declara Razmilic.

¿Cómo nace esta faceta gremial?
Cuando me ofrecieron el cargo, lo acepté con toda la responsabilidad y entrega que implica afrontar la dirección de un gremio con una historia de setenta y seis años al servicio del desarrollo productivo y la sustentabilidad desde el norte del Chile.

Sentí que era en parte un deber y hasta una forma de tradición familiar, dado que mi padre, Radoslav Razmilic, fue presidente también.

¿Cómo describes la función de la AIA?
Nuestra Asociación de Industriales es una organización muy especial, no sólo por su trayectoria, sino además por su transversalidad, porque agrupa a grandes compañías mineras, industriales, y energéticas, pero principalmente a pequeñas y medianas empresas proveedoras, que son el 60% de nuestros socios. Entonces, el gremio es un puente de encuentro y diálogo entre empresas de distinta naturaleza, lo cual no es usual, porque la mayoría de las asociaciones se juntan por rubro o sector. Esa característica es la que determina directamente la estrategia del clúster minero y la creación de iniciativas fundamentales, como la Exhibición Internacional de Tecnologías e Innovaciones para la Industria Minera y Energética, EXPONOR; el Sistema de Calificación de Empresas Proveedoras, SICEP, y los Colegios Técnicos e Industriales Don Bosco. No obstante estos grandes avances, tenemos muchos desafíos por delante, por ejemplo, la postulación regional al Instituto de Tecnologías Limpias, a través de ASDIT, el consorcio que impulsamos, o la creación de la Corporación Clúster Minero de la Región de Antofagasta, que hoy tengo el honor de presidir. Ha sido un interesante viaje asumir un liderazgo y aportar un modesto episodio a la gran historia que tiene la AIA.

ANTOFAGASTA, NUESTRA CIUDAD

¿Cómo percibes la evolución de Antofagasta en estos últimos diez años?
La clave es que Antofagasta nunca ha dejado de crecer. El empleo en la minería aumentó en un 63% entre los años 2005 y 2011 y, durante todo ese período de expansión, los sectores que aumentaron su participación en el PIB regional fueron la construcción, el comercio, los restaurantes y hoteles, y la electricidad, gas y agua, nuevas empresas y rubros, y la llegada de otra escala de consumo.

Pero lo que conocimos como boom minero terminó y, junto a una desaceleración económica mundial, resultó en una baja en importantes rubros, menores empleos y caída en indicadores afines en la región. Si sumamos la crisis social y luego la emergencia sanitaria, es evidente que esta ha sido una de las décadas más desafiantes para recuperar el dinamismo económico empresarial y el desarrollo social y calidad de vida de nuestras familias. Hemos avanzado mucho, eso es innegable, pero todavía no hemos logrado consolidar a nuestras empresas regionales. En lo social, tenemos tareas pendientes muy importantes en empleo, calidad de educación, salud, cobertura de educación parvularia, vivienda.

¿Qué temáticas crees que hemos superado y cuáles están aún en proceso?
A partir de los años noventa es posible decir que, realmente, llega la modernidad a Antofagasta. La inversión minera, cuya producción se triplicó entre 1992 y 2004, posibilitó la aparición de nuevos eslabones en la estructura comercial y social. Hoy la Región de Antofagasta lidera el PIB per cápita a nivel nacional, superando los US$30.000, y exhibe buenos indicadores de desarrollo humano.

No obstante, sabemos que hay malos indicadores de calidad en educación, por ejemplo, donde la cobertura de educación inicial no supera el 50%, y con tasas de cesantía superiores al promedio nacional, donde tenemos, además, setenta y nueve campamentos, reflejado en un déficit regional de más de veinte mil viviendas. Como gremio hemos expresado nuestras expectativas para el sector público y privado en torno a estas y otras temáticas.

Hay que avanzar en la política de contratar y desarrollar a las empresas proveedoras regionales y a nuestra mano de obra local. El gobierno debe abordar la falta de obras de infraestructura a través de una potente cartera 2021-2022 para obras urbanas, portuarias y vialidad, y urge que el Estado modernice la administración del suelo fiscal para el desarrollo empresarial y social, que en la Región de Antofagasta obedece a más del 70% de su superficie. Es crucial el fomento de un fast track para proyectos de inversión que permitan reactivar la actividad económica.

¿Qué cualidades tiene nuestra ciudad para vivir en familia?
Los últimos resultados del Índice de Calidad de Vida Urbana, elaborado la Cámara Chilena de la Construcción y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, han ido posicionando a Antofagasta como referente en calidad de vida, donde nuestro fuerte está en Condiciones Laborales, Ambiente de Negocios, Condiciones Socioculturales, y Conectividad y Movilidad. Nuestras deudas más claras se ven en Salud y Medio Ambiente.

Creo que si una ciudad ofrece buenas oportunidades para trabajar y para estudiar debería ser una ciudad para hacer familia. Debemos sacarle más provecho a nuestro borde costero y áreas azules, pero al mismo tiempo debemos desarrollar más áreas verdes y de esparcimiento para la familia.

¿Dónde llevarías a tus visitas para conocer la ciudad?
Las llevaría al Parque Brasil y a alguno de los edificios más altos para una visión panorámica de la ciudad. Les instaría a recorrer nuestros centros culturales, restaurantes y espacios patrimoniales, como los que tiene el Ferrocarril de Antofagasta. Les mostraría el enorme crecimiento del sector norte, sus colegios y condominios, y también me atrevería a mostrar algo del fenómeno de los campamentos, que ilustra los contrastes de nuestra ciudad. Prepararía un paseo por el borde costero, que podría culminar en alguna de nuestras playas, y los llevaría a la Mano del Desierto a mirar las estrellas.

EMPRESA Y EMPRESARIOS

¿Crees que las empresas locales requieren mayor participación en la toma de decisiones de Estrategias de Desarrollo Regional?

Absolutamente. Y ese tipo de “deudas” son las que impulsaron la creación de la Corporación Clúster Minero de la Región de Antofagasta, que tiene origen en las conversaciones sostenidas entre distintas instituciones cruciales para el desarrollo del clúster. Es una agrupación integrada por la AIA, el Gobierno Regional, la Universidad de Antofagasta, la Universidad Católica del Norte, la Cámara Chilena de la Construcción de Calama, y la Asociación de Municipalidades de la Región de Antofagasta.

Su objetivo es dar continuidad y fluidez a la estrategia del clúster, más allá de los gobiernos de turno, a través de un diseño que impactará en la forma en que las empresas locales participan en procesos regionales estratégicos, mediante la identificación y priorización de brechas competitivas y los pilares que nos permitirán superarlas. Se trata de objetivos que forzosamente inciden en la toma de decisiones.

¿Se ha avanzado en la descentralización del país?

Chile sigue siendo un país tremendamente centralizado. Ha habido algunos avances, pero que no logran revertir la centralización para permitir que las regiones sean las protagonistas en la construcción de su presente y futuro. La única reforma sustancial de los últimos años es la elección de gobernadores regionales, que se constituye como un hito en nuestra historia republicana, y que va a significar un avance desde el modelo de Estado unitario-centralizado, a un modelo mixto, unitario-descentralizado. Como gremio consideramos que ello, indudablemente, va a impactar positivamente en la manera en que se desarrolla la actividad económica y social y, por lo mismo, hemos organizado una serie de conversatorios en torno al tema. Como comunidad debemos ser muy exigentes con los candidatos y con el cumplimiento del programa de quien resulte electo.