Mujeres de metal

Por Jessica Luna, arquitecta

Marco cochrane

A medida que esta crisis sanitaria avanza, se ha estado desvelando, penosamente, como triste reflejo de valores mal entendidos en esta humanidad compartida, las desigualdades económicas, sanitarias, de seguridad y protección social, con la que han estado lidiando niñas y mujeres enfrentadas a una violencia desmedida en absoluto olvido y que no hacen más que agravarse en conflicto y emergencia. Entonces es acá cuando el proyecto colectivo The Bliss del artista Marco Cochrane resuena nuevamente con intensidad.

Marco Cochrane, escultor autodidacta y obrero metalúrgico, de nacimiento veneciano y crianza californiana, ha encaminado su trabajo en el cuidado del poder femenino, que considera indispensable en el equilibrio necesario para preservar la vida como la conocemos acá en la Tierra. Por más de veinte años ha modelado en bronce y arcilla esculturas de diversas mujeres, quienes escogían su propia expresión corporal, proyectando su espíritu y energía, logrando desmitificar el cuerpo femenino para decantarlo en la emoción, la fuerza y la belleza del individuo.

Fue en el festival de Burning Man, Nevada, donde se conceptualiza su obra a gran escala, desarrollando posteriormente una serie de tres esculturas monumentales de la artista Deja Solís. Todas ellas superan los doce metros de altura y fueron realizadas manualmente por el artista y un colectivo importante de colaboradores voluntarios.

La primera pieza, Bliss Dance (2010), se encuentra actualmente en The Park en Las Vegas Strip; Truth is Beauty (2013) en San Leandro Tech Campus California y la tercera R-Evolution (2015), se instalará en San Francisco. En todas ellas el artista plantea la misma inquietud: cómo sería el mundo si ellas estuvieran a salvo.

Actualmente, Cochrane trabaja en el Proyecto Gaia, una serie de dos esculturas, con la colaboración de Julia Whitelaw, quien decidió manifestar la alegría que ella y sus hijos sentían con sus paseos en la playa. Este proyecto se inspira en la maternidad como una experiencia de amor. Cochrane señala que el arte puede iluminar la condición humana, fomentar la revolución y marcar una diferencia en la vida de las personas, conduciéndolas en el imperativo de cuidarse unas a otras.