Carolina Tannenbaum-Baruchi: Lee mis labios

investigadora médica

La investigadora chilena-israelí y PhD en Medicina de Emergencia lleva años trabajando para visibilizar a quienes sufren de discapacidad auditiva. Diversas investigaciones, artículos y charlas en congresos internacionales han marcado su agenda durante la última década. Creada por ella ante la contingencia sanitaria, Read my Lips es la primera mascarilla a nivel mundial que permite la lectura de labios y su último aporte a la inclusión. “Para hacer cambios importantes no solo se necesita dinero y leyes, sino también la participación de la sociedad”, asegura desde su casa, en Israel.

Por Macarena Ríos R. /Fotografías gentileza Carolina Tannenbaum-Baruchi

Aunque son las ocho de la noche y hace rato que el sol se escondió en Shoham, Israel, Carolina, al otro lado del mundo, trabaja sin descanso. ¿El motivo? La primera mascarilla para personas sordas que creó en plena pandemia y que acaba de comercializarse.

“Lo que está pasando con el covid19 es algo surreal, que si nos lo hubieran contando en octubre del año pasado, no lo habríamos creído. Este virus nos ha afectado a todos, no solo a quienes tienen problemas de audición, por lo tanto, la mascarilla también ayuda a las personas oyentes. Ver los labios es muy importante, por ejemplo, para niños autistas, para fonoaudiólogos, parvularias y profesores”.

MEDICINA DE EMERGENCIA

Hija de padres sordos y la mayor de cuatro hermanos, Carolina nació en Viña del Mar. A los dos años se fue a Santiago y a los diecinueve partió a estudiar a la Universidad de Ben-Gurión, una de las principales universidades orientadas a la investigación de emergencias en Israel. “Estudié medicina de emergencia porque es un tema que me cautiva desde niña. Me interesa investigar la reacción de las personas, cómo se puede controlar el estrés, el miedo, cómo puedo planificar las cosas para lograr mayor resiliencia en la gente, cómo podemos ayudar. He vivido en dos países marcados por las emergencias; los terremotos en Chile y los conflictos bélicos acá en Israel. De niña me marcó mucho el terremoto que pasé en Viña en 1985. Las situaciones de emergencia siempre estarán, de ahí la importancia de saber enfrentarlas desde distintas áreas”.

Lo de la mascarilla no es casual. Carolina lleva años realizando investigaciones médicas sobre personas con discapacidad auditiva en situaciones de emergencia. Sus artículos científicos la han llevado a participar en diversos congresos a lo largo del mundo, visibilizando una gran realidad: ¿qué pasa con quienes no escuchan las alarmas antibombas?, ¿de qué manera las nuevas tecnologías los pueden ayudar?, ¿cómo suplir la falta de conocimiento acerca del lenguaje de señas en clínicas y hospitales?, ¿existen leyes que incorporen a intérpretes con lenguaje de señas en recintos hospitalarios?

Los resultados de una investigación derivaron en muchas otras y se dio cuenta de que existían serios problemas de comunicación entre quienes tenían discapacidad auditiva con el personal de salud, la policía, los paramédicos, etc. “Mi universidad creó la aplicación Signs of Crisis —disponible en inglés, ruso, árabe, hebreo y en lenguaje israelí de señas—, para que diversos trabajadores sociales y de salud se puedan comunicar con personas sordas a través de fotos en forma simple y fácil. Ha sido de gran ayuda porque cuando una persona se siente comprendida, bajan sus niveles de estrés y mientras más posibilidades de comunicación demos (lenguaje de señas, aplicaciones, lectura de labios, escritura, expresiones no verbales), más fácil y fluida será”.

“TENGO QUE HACER ALGO”

En plena época de pandemia, y cuando recién había entregado su última investigación, Carolina tuvo que llevar a su padre al médico. “Fue un desastre. La mascarilla impedía que mi papá se pudiera comunicar, porque él lee los labios, no sabe el lenguaje de señas. No sólo él estaba frustrado, también yo. Entonces se sacó la mascarilla y le dijo al doctor “no me importa el coronavirus, yo prefiero que me revise porque no me puedo comunicar”. Ese día me dije “tengo que hacer algo”.

Y así empezó todo.

“Una de mis hijas me comentó que había un grupo de estudiantes de robótica de Zinman High School de Dimona —un colegio pequeño en una ciudad periférica—, que tenían muchas ganas de ayudar y aportar a la sociedad. Y los llamé para que hicieran un prototipo de mascarilla con el frente transparente y que no se empañara, usando una impresora 3D. En ese minuto ellos estaban en la casa por lo del coronavirus y próximamente debían viajar a EE.UU. a un campeonato de robótica, así que se pusieron a trabajar”.

¿Qué significó trabajar con ellos?
Soy una convencida de que cuando incluyes en un proyecto a personas que piensan  distinto a ti, con miradas y puntos de vista diferentes, mejores resultados vas a tener, porque es gente que piensa afuera de la caja, en todo ámbito de cosas. Fue una historia muy bonita la que tuve con ellos.

El primer prototipo, hecho de plástico, estuvo listo luego de tres semanas de trabajo intenso. “Cuando lo tuve en mis manos, me sentí tremendamente emocionada. Solo quien tiene padres sordos puede entender lo difícil que es comunicarse, y ayudarlos en esta época ha sido maravilloso. Cuando les mostré la mascarilla, mi mamá bailó y mi papá se conmovió. Fue increíble”.

Carolina llevó la mascarilla a una fábrica especializada en insumos médicos y aeronáuticos. “Ellos, gracias a la tecnología, la transformaron. Ahora es de silicona hipoalergénica”.

¿Qué características tiene la mascarilla?
No se empaña al hablar, gracias al sistema de ventilación que tiene. Es reutilizable y lavable. Además, se le puede agregar el filtro N95.

¿Cuál fue el mayor desafío?
Cuando tienes un desafío que está muy cerca de tu corazón, no existe nada imposible. Cuando uno hace algo bueno para la comunidad, cuando uno quiere ayudar gratuitamente es increíble cómo se acerca la gente para aportar y trabajar contigo. Y para mí eso es clave. Para hacer un cambio importante no sólo se necesita dinero y leyes, sino también la participación de la sociedad.

¿Qué ha sido lo más importante en todo este tiempo?
El reconocimiento de mis papás. Están muy orgullosos.

¿Cuál es el panorama allá?
Con un saldo de 298 muertos y 17.873 infectados, Israel ya está funcionando nuevamente, pero no es el mismo. El mundo va a cambiar, sobre todo en la forma en que vamos a valorar la vida. Ahora que abrieron los malls la gente compra menos, no solo porque se quedó sin trabajo y hay mucha cesantía, sino porque se dio cuenta de que puede vivir con menos. Se dio cuenta de lo realmente importante.

“¿Te cuento una anécdota linda de Viña?”, me pregunta. “El papá de mi papá, el doctor Adolfo Tannenbaum, creó el primer colegio para niños sordos en la región. Y para mí, todo lo que estoy haciendo ahora es, de cierta manera, continuar con esta cadena de favores, seguir el legado de mi abuelo”.

Según la OMS existen 476 millones de personas con algún grado de discapacidad auditiva en el mundo, de las cuales 34 millones son niños. Se calcula que en el 2050, una de cada diez personas tendrá problemas de audición.