Arte en reclusión

No son pocas las exposiciones que han sido canceladas y las obras de arte, del circuito itinerante de galerías, museos y teatros, que han quedado varadas por el mundo, como consecuencia de esta pandemia. Muchas de estas organizaciones han permitido el encuentro con su público mediante vehículos de conectividad no presenciales, asumiendo un rol indiscutible como conector social, manifestando una función no solo educativa y patrimonial.

Más allá de la cuarentena draconiana de China, el Pearl Harbor de Trump o el cuestionamiento a la globalización por parte del Kremlin, lo cierto es que gran parte de la humanidad está hoy confinada en sus hogares, y el arte como actividad colectiva y transversal, está recogiendo el sentir de esa reclusión. Allí convergen una serie de sentimientos construidos por la sociedad que no solo retratan al mundo hoy, sino que también permiten una catarsis personal, encaminándonos a visualizar la colaboración por sobre la individualización, y la oportunidad de emplear este tiempo para volver a pensarnos, salvaguardando la mente y el espíritu.

La tecnología hoy nos permite consumir diversas manifestaciones artísticas de distintas maneras, como los conciertos en línea, una diferente manera de apreciar la música, probablemente una de las artes que más nos conectan; el “ballet de aislamiento” compartido en redes sociales por integrantes del Ballet de Petersburgo en cuarentena; las plataformas y formatos PDF que permiten acceder a la literatura aventurándonos en diversas realidades; la comunidad de Facebook “Aislamiento” de origen ruso que agrupa a miles de amantes del arte en el reto de recrear una obra maestra, entre muchas otras. De igual forma los dibujos de la primavera que realiza David Hockney en su iPad, publicados por la BBC, resultan esperanzadores. Hockney, a sus ochenta y tres años, reflexiona sobre el papel del arte en la vida, señalando que sus dibujos digitales retratan su reacción sensorial de la renovación que representa la primavera, funcionando como un conector emocional con la naturaleza, de la que afirma, nos hemos desconectado.

Ciertamente las pandemias suelen generar puntos de inflexión en nuestra forma de vivir y relacionarnos, encaminándonos, en ocasiones, desde una devastadora letalidad a un periodo de importante creatividad artística, cultural y comercial. Mientras todo esto evoluciona, las expresiones artísticas externas de carácter más inmediato y desafiantes, como el grafiti, son las que estarán registrando, en lo cotidiano y colectivo, lo que hoy nos está aquejando.