Lía Hinostroza, fotógrafa: Reino Fungi

El paisaje sureño de su infancia caló hondo en su vida, tanto como las fotografías aéreas de su papá. Me apasiona la fuerza de la naturaleza, la capacidad de adaptación y supervivencia de estos diminutos habitantes del bosque otoñal. A través de la fotografía, intento trasmitir la magia del medio ambiente, persigo su luz y sus sombras, y busco convertir lo ordinario en algo extraordinario”. En estas páginas, un breve vistazo al reino fungi.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza Lía Hinostroza

“La naturaleza y la fotografía han estado siempre en mi vida. Crecí en la décima región con el olor a tierra mojada y el viento de lluvia. De niña, mis padres nos llevaban los fines de semana, a los bosques, a las reservas naturales, al campo o la playa. Disfrutábamos de la naturaleza sureña y su entorno.

Mi padre era piloto civil y muchas tardes de lluvia nos reunía en el living de la casa para proyectarnos sus diapositivas. Él tomaba fotos desde el aire y nos mostraba imágenes del cráter de un volcán, bosques impenetrables o lagunas escondidas. Todavía recuerdo esas maravillosas fotografías, en tiempos en que no era común  mirar la Tierra desde el cielo.

Al crecer elegí ser educadora de niños sordos en Santiago, tuve que dejar el sur y la familia. Aprendí a comunicarme con señas, sonrisas y morisquetas. Con la fotografía captaba los logros de mis alumnos y seguía el crecimiento de mis hijos. Hasta que un día, decidí cambiar el rumbo de mi vida, y me orienté a lo que me traía paz: la naturaleza. Estudié Diseño de Áreas Verdes  y aprendí de plantas, y a diseñar con ellas. Intenté entender el lenguaje de los árboles y las flores. Cada proyecto lo plasmaba en imágenes. Registraba todo tipo de plantas, para conocerlas y también para enseñar sobre ellas.

Después de un tiempo, sentí que debía perfeccionar mis conocimientos fotográficos. Ya no me bastaba con apretar el obturador y que la cámara hiciera lo que ella quería. Ya no era suficiente. Me encontraba con flores diminutas, colores maravillosos, paisajes, momentos y la cámara no mostraba lo que yo quería expresar.

Así que decidí tomarme en serio la fotografía y una vez más me puse a estudiar.

LA FUERZA DE LA NATURALEZA

Las imágenes son el medio para enseñar sobre la naturaleza. Para mostrar lo que está ahí y que muchas veces no vemos o desconocemos. Mostrarles, por ejemplo, que en Chile también tenemos hermosas orquídeas, o diminutos y coloridos honguitos, que por ser tan pequeños no vemos.

Disfruto capturando en mi cámara el entorno natural, y como profesora y guía de expediciones fotográficas, amo transmitir toda mi experiencia y conocimientos.

Me apasiona la fuerza de la naturaleza, la capacidad de adaptación y supervivencia de las especies. A través de la fotografía, intento trasmitir la magia de la naturaleza, persigo su luz y sus sombras, busco convertir lo ordinario en mágico.

Cada viaje me sorprende y enseña. La inmensa diversidad y los continuos cambios hacen que pueda volver al mismo lugar muchas veces y encontrarme con flores que nunca había visto. Porque esta vez llovió en mayo y generó un hermoso desierto florido o porque el frío produjo que un bosque de lengas se volviera extra rojo, como nunca lo habías visto. O por el contrario, porque la sequía produjo el más desolador de los encuentros. Con el tiempo, empiezas a entender esa dinámica, y el lenguaje de la Pachamama se te hace comprensible.

REINO DIMINUTO

Los hongos me fueron atrapando de a poco. Siempre fotografié flores y los bosques otoñales. Estaba en eso cuando empecé a fijarme en esos diminutos, coloridos y mágicos habitantes del bosque otoñal. Primero fueron parte de las tantas imágenes que capturaba. Hasta que hace unos tres años comencé a dedicarme especialmente a ellos. Conocer y descubrir su hábitat, dónde, cuándo y cómo buscarlos fue toda una aventura. Su magia me atrapó. Descubrí que muchas personas estaban interesadas en fotografiarlos, por lo que junto a Natphoto hicimos varios talleres para enseñar la fotografía fungi.

La época ideal para fotografiar los hongos es, aproximadamente, desde  mayo a septiembre. Su aparición dependerá de la temperatura ambiental, y de la ocurrencia de precipitaciones.

Los hallamos en lugares sombríos, en árboles y ramas en proceso de descomposición, escondidos en la hierba húmeda. He encontrado algunos muy  coloridos en fecas de animales, hay que mirar todo.

Para fotografiar hongos, hay que  buscar el ángulo más adecuado para capturar su forma, de lado o por debajo, y así poder captar sus lamelas o poros, especialmente en aquellos con forma de sombrero.  Muchas veces utilizo un saco de semillas, que se amolda a las imperfecciones del terreno, y coloco la cámara sobre él, así logro la estabilidad necesaria.

El traje de agua y mi termo con té caliente se transforman en mis mejores compañeros. Paso horas acostada en la tierra húmeda, cobijada por el bosque, fascinada por las luces que se generan al fotografiarlos con mi lente macro. Me gusta circundarlos de un ambiente etéreo, capturar la magia que los envuelve. Eso es paz y felicidad para mí”.