Estación Flora: Volver al origen

Cuando Teresita Melo, dedicada a la ilustración naturalista, tuvo su primer hijo, le quiso comprar ropa de materiales nobles, pero encontró solo una prenda en Concepción. Belén Villavicencio en tanto, experimentaba el teñido natural de textiles en Viña del Mar, y Belén Gallardo comunicaba ciencia en Santiago. De pronto, todo confluyó y entre las tres dieron vida a Estación Flora, una marca de ropa infantil que une sus tres pasiones.

Por Monserrat Quezada L. / fotografías Sonja San Martín D.

El bosque. Ahí fue donde cada una de estas tres mujeres encontró, en distintos momentos y en diferentes lugares, su inspiración. Teresita Melo es diseñadora gráfica y se especializó en ilustración naturalista. Belén Villavicencio también estudió diseño, pero siguió el área textil y Belén Gallardo es bióloga, con especial interés por la comunicación de la ciencia.

Las vidas de Teresita y Belén Villavicencio han estado llenas de coincidencias. Se conocieron en Valdivia cuando ambas eran niñas. Belén finalmente se fue a vivir a Viña del Mar, donde estudió su carrera, mientras Teresita eligió lo mismo, pero en Concepción.

Siguieron en contacto y al ver los rumbos que ambas habían tomado, Belén le ofreció a Teresita hacer un trueque: “Me pidió unas ilustraciones botánicas de especies con las que ella trabajaba y a cambio me envió cojines teñidos con tintes naturales. En ese tiempo estaba muy entusiasmada con el trueque y los proyectos colaborativos en general, por lo que camino a buscar su envío pensé en que debíamos mezclar las dos cosas, porque las dos trabajábamos con especies nativas y color. La llamé y de inmediato le encantó la idea”, cuenta Teresita.

La vida de esta ilustradora botánica ha estado marcada por el contemplar. Nació en Santiago pero pronto se fue a Chiloé, en el campo, donde vivió hasta los tres años. “Mis padres son ingenieros forestales así que siempre estuvimos muy cercanos a la naturaleza, a los viveros, teníamos una huerta. Ellos son de Santiago y se fueron al sur arrancando de la ciudad. Son hippies verdaderos, muy sencillos, reflexivos y austeros”. Así que, a la hora de elegir una carrera, esa contemplación la quiso plasmar en el diseño, el que además la ayudaba en su otra pasión: comunicar.

Luego, algunos pasos por empresas “tradicionales” la hicieron darse cuenta de que no es lo que quería para su vida, y se fue a caminar por América del Sur con una mochila y una bitácora al hombro. “Estuve siete meses conociendo casi todos los países de nuestro continente, dibujando, escribiendo, conociendo”. En esa época ya le gustaba el trueque; a veces dormía en hostales a cambio de pintarles un mural.

Posteriormente Teresita se casó y cuando estaba embarazada de seis meses de su hijo José, volvió a Chiloé, esta vez a un curso de Ilustración Botánica de Campo.

En paralelo, Belén Villavicencio realizaba experimentaciones en tinte. Actualmente tiene un estudio textil en Viña del Mar, inspirada también en sus raíces: su abuela era costurera y tuvo un emprendimiento con su madre de confección de mochilas, llamado Huemul.

Se especializó en creación textil y diseño de superficies a través de un diplomado y como su pasión “siempre ha sido el diseño textil especialmente el estampado, técnicas de teñido y tejidos, decidí viajar al otro lado del mundo, específicamente a Malasia e Indonesia, para aprender y experimentar de forma vivencial con las ancestrales técnicas textiles durante tres meses, mientras realizaba mi práctica profesional”.

Tuvo a su hijo Teo casi al mismo tiempo que Teresita tuvo a José.

RAÍCES

A Belén Gallardo, Teresita la conoció en el curso de ilustración botánica en Chiloé. Es bióloga, ecóloga, comunicadora y educadora científica. “Me muevo en la intersección entre las ciencias ecológicas, la comunicación, las artes visuales y la educación. Trabajo con diferentes equipos de mujeres poderosas y empoderadas. En uno de estos equipos co-creamos Phyta Lab, un espacio de experimentación que fomenta las interacciones entre la naturaleza y el hombre, donde el arte y la ciencia se fusionan, creando una oportunidad para reconectarnos con nosotros mismos y nuestro entorno. La primera expresión de esta iniciativa es el curso donde nos conocimos con Teresita. En este espacio, fomentamos la idea de que la observación y la ilustración pueden convertirse en agentes de cambio para crear conciencia sobre la urgencia de preservar nuestra biodiversidad”.

Además, es cofundadora de ASKXXI, un programa académico interhemisférico, de Chile y Estados Unidos, e interdisciplinario que promueve la integración de la ciencia, la naturaleza y el arte a través de colaboraciones novedosas, investigación, divulgación pública y educación.

Y el otro grupo de mujeres poderosas y empoderadas en el que trabaja es, por supuesto, Estación Flora.

TRONCO

Teresita recuerda haber encontrado un enterito de algodón orgánico para su hijo José, en una pequeña tienda de Concepción donde solo quedaba uno. A ella ya le rondaba en la cabeza la idea de crear ropa de bebés e infantil, y se fijó en la etiqueta. Contactó a una mujer que vivía en Perú y que traía ese material. En paralelo, avanzaban las conversaciones con Belén V., hasta que, embarazada de su segunda hija, Laura, ambas decidieron postular a un Fondart, el año 2018. “Fue una locura porque quedaba una semana. Ella viajó desde Viña a Concepción con su hijo y yo tenía al José, además de una panza de nueve meses, así que nos quedamos trasnochando, redactando, pidiendo cartas de apoyo, pero valió la pena porque nos adjudicamos el fondo”.

Postularon Estación Flora como una iniciativa interdisciplinaria, que combinaba la ilustración científica botánica con el diseño textil con el objetivo de comunicar ciencia, y que ponía en valor el trabajo de la manufactura local. “En el proyecto no especificamos la forma de cada prenda, y en un principio iban a ser tipo kimonos, pero concluimos que los diseños más clásicos transmiten mejor lo que queremos fomentar, que es la slowfashion, el valorar cada pieza, que sean perdurables, y que remitan a un pasado donde la moda era así”.

FRUTOS

El Fondart sirvió para investigar, experimentar y realizar los primeros prototipos. Sin embargo, para el salto a la producción y comercialización, hubo inversión propia.

El 14 de enero recién pasado lanzaron oficialmente la primera colección en el Teatro Biobío, en un encuentro que estuvo marcado por los detalles y que fue traer un pedazo de nuestro bosque nativo a la ciudad.

Se trata de una colección de ropa para niñas y niños de tres meses a cuatro años, de lino Crossville de Tomé, con estampados de ilustraciones de la flora nativa de la Región del Biobío con tintes que proceden de hojas, semillas y frutos.

La colección está compuesta por cuatro tipos de piezas (enterito Laura, Jardinera José, camisa Teo, vestido Flora). Cada una de las cuales tiene cuatro versiones distintas según distintos bosques de la región (bosques Mediterráneo, Maulino, de la Región del Biobío y Templado). A su vez, cada bosque tiene dibujadas tres especies de la flora nativa chilena, con sus elementos botánicos y sus respectivos nombres común, científico y originario.

¿Cómo han comercializado sus prendas hasta el momento?
Hicimos un pre lanzamiento antes de navidad a través de redes sociales, porque teníamos varias personas interesadas. También vendimos bastante en el lanzamiento mismo, y ya está activa nuestra página web www.estacionflora.cl donde se pueden comprar los productos directamente.

¿Cuáles son sus planes?
Nos encantaría que fuese Empresa B. Vemos Estación Flora más que como una marca de ropa, como una plataforma para comunicar y enseñar a valorar lo nuestro. Es cierto que la colección misma pone en práctica estos valores pero también tiene otras fortalezas, como por ejemplo el Diccionario Estación que es una “sección” en nuestras redes donde mostramos el nombre científico, originario y común de distintas especies, acompañado de una ilustración. También estamos creando un blog especial de comunicación científica dentro de la página. En cuanto al futuro de la comercialización, nos gustaría tener puntos de venta estratégicos como el museo de La Moneda, la Pinacoteca, o lugares de ese estilo, relacionados al arte y cultura. Y en cuanto a los diseños, el plan es recorrer toda la flora nativa de Chile.