Gastón Soublette: Las memorias del último sabio

Por estos días hay una fuerte campaña de financiamiento colectivo que busca dar los últimos retoques al esperado documental El lugar al que llego, que trata sobre la vida y obra “del sabio de la tribu”, parafraseando a Warnken, quien fuera su alumno. En estos tiempos convulsionados, la palabra de este profesor, filósofo y activista llega al corazón. Esa que habla de los afectos, la importancia de la Fe y que la mejor manera de dar y darse a los demás es conociéndose a sí mismo. Aquí, un vistazo al mundo de Gastón, un ser humano entrañable.

 Por Macarena Ríos R./ Fotografía Andrea Barceló

 “Yo nunca me habría metido en ese mundo si Violeta (Parra) no me dice que yo era un pituco de mierda”, reflexiona Gastón Soublette desde su casa quinta en Limache. El mundo al que alude es el de la sabiduría popular chilena, esa que le hizo tanto sentido, que creó un curso —Sabiduría Chilena y Tradición Oral—, que hasta el día de hoy continúa dictando en la Universidad Católica de Santiago. “La tradición oral de sabiduría del pueblo está en los refranes, está en los cuentos, en los dichos, en las anécdotas”. Un dato: es la cátedra que más alumnos ha tenido en todos sus años como profesor.

¿Cómo ve a la juventud actual?
Al alumno de hoy le interesa el hombre y su destino, particularmente el conocerse a sí mismo y saber cómo relacionarse con los otros. Ya no piden prestadas a las ideologías las respuestas, las tienen que buscar ellos mismos. Es gente mucho más realista y transparente. Son más auténticos, más sensibles al sufrimiento ajeno. Quienes asisten a mi clase son personas con inquietudes trascendentes. Muy escépticos con el tema de la religión, aunque la mayoría admira a Jesucristo o cree en él. Tengo muchos amigos, hacemos excursiones. A la generación del hoy le interesa el medio ambiente y lo que está pasando. Y a mí también.

¿Va a ir a la COP25?
No sé qué pensar de esa cumbre ambiental, porque, entre otras personas, viene Donald Trump, quien ha declarado ante el mundo que el cambio climático es un invento chino. ¿Cómo puede venir un ser así a dialogar con las personas que realmente conocen los alcances del cambio climático? Por su parte, Bolsonaro dice que las cifras sobre la deforestación del Amazonas son falsas. Y la primera medida que tomó fue la de abrir la selva amazónica a la explotación comercial. ¡Esa selva no le pertenece, nos pertenece a todos! Es el último pulmón para purificar la atmósfera. Los poderosos ocultan la verdad. ¿Qué maneja a estos señores que no se conocen a sí mismos? ¿Qué los maneja? Tánatos, es decir, la tendencia a la muerte, ellos son los agentes de la muerte, están haciendo lo posible por erradicar la vida de este planeta. Por eso están estudiando Marte, porque en Marte debió haber pasado lo mismo. Debe haber habido un Donald Trump que dijo las mismas imbecilidades.

“LA FE TE CAMBIA LA VIDA”

Admirador del compositor austríaco Gustav Mahler, discípulo de Lola Hoffmann y Lanza del Vasto, amigo de Sara Larraín y Violeta Parra, excompañero del profesor Fidel Sepúlveda, Gastón Soublette Asmussen es musicólogo, esteta, filósofo, escritor, líder ambientalista, cinéfilo y mucho más. Muchísimo más.

Sentado al calor de una estufa eléctrica, dice que si fuera presidente haría una reforma educacional que hiciera de la sabiduría popular chilena un ramo obligatorio, que Cristo está por encima de todo y que, definitivamente, no sería el mismo si no hubiera aprendido a meditar.

Su casa de espacios generosos está colmada de recuerdos, libros de su autoría y fotografías, como en la que aparece junto a Bernardette Saint Luc (QEPD), su compañera de vida, en les Champs Elysees de los años cincuenta.

Hay quienes lo sindican como el último sabio… ¿qué dice usted?
¡Eso es ridículo!, yo creo que el último sabio fue Gandhi. Podría aspirar solo a ser discípulo de los sabios populares anónimos chilenos.

Fue discípulo de Lola Hoffmann, ¿qué aprendió de ella?
Muchas cosas. Aprendí a conocerme a mí mismo. Ella me introdujo en la filosofía confuciana a través de la meditación. Me dio consejos muy sanos, como el separarme de mi mujer temporalmente como una suerte de terapia porque ambos necesitábamos estar solos durante un tiempo.

Tuvieron que pasar doce años para que volvieran a reencontrarse. “Una vez que los hijos comenzaron a casarse, volvimos a estar juntos hasta el día de hoy”.

¿Cuál es el mejor consejo que le han dado en la vida?
“Conócete a ti mismo” sería el mejor consejo práctico que me han dado. Y si hablamos de Revelación, lo que me han  dicho es que el hijo de Dios vino al mundo y que nuestro deber como cristianos es conocerlo. (El libro) Rostro de hombre fue mi trabajo para conocer al hijo de Dios.

¿Qué pasa con la fe hoy en día?
Para mí la iglesia modelo es la de la época de los apóstoles, las comunidades que fundó el apóstol Pablo en la Europa Oriental y que después terminó en Roma. Esa es la iglesia ideal. Esa fuerza que llaman Espíritu Santo estaba muy presente y protegía a los cristianos de esa época, ¿dónde está esa fuerza ahora? Porque no es lo mismo tener creencia a tener fe. La fe te cambia la vida. La creencia es mental, la fe es sobrenatural. Y ese es el problema que tiene la Iglesia, no se distingue bien la creencia de la fe. Yo te diría que hay más creencia que fe auténtica.

¿Y en qué se nota eso?
Se nota en que muchos creyentes actúan y razonan como si Dios no existiera. Sacan conclusiones acerca de lo que deben hacer, lo que deben pensar, pero lo último que se les ocurre es si eso coincide con las enseñanzas de Jesucristo. Pueden hacer las brutalidades más grandes y siguen creyendo que tienen fe.

Pero van a misa a golpearse el pecho.
Ese tipo de creyentes son peores que los ateos. Son mucho más peligrosos.

¿Qué falla aquí?
Que la fe se ha ido convirtiendo solo en creencia, en prácticas sacramentales y litúrgicas. Cuando he conversado con jóvenes sacerdotes y seminaristas y les he planteado que se conozcan a sí mismos, ellos no entienden de qué les estoy hablando. Me han dicho que el conocimiento de uno mismo puede ser fatal para la espiritualidad, porque te vuelve egocéntrico. Y yo he pensado entonces que estos señores ignoran el ABC de la sensatez humana, ¿cómo puedes estar capacitado para dar si no te conoces? El que no se conoce a sí mismo es prisionero de sus impulsos, no se controla y puede cometer cualquier barbaridad.

LOS SABIOS POPULARES

Hoy, a sus noventa y dos años, Gastón, tres hijos, ocho nietos y dos bisnietos, todavía se hace preguntas. Muchas preguntas. Cientos. “No sobre la fe, sino sobre la mesura, por ejemplo, revisarse a sí mismo, ¿estoy preocupado de la suerte de los demás, de mi familia?, ¿he orado por ellos?, ¿tengo una buena relación con ellos?”.

Hablando de su familia, ¿qué le parece que sus nietos estén tan involucrados en el documental?
Fue muy sorpresivo para mí saber que ellos están involucrados. Mi nieta, Gracia Fernández, que tiene una exitosa carrera como diseñadora, está trabajando en el afiche del documental y mi nieto, Cristián Fernández, tomó una iniciativa en el sur que a mí me tiene muy impresionado. ¿Sabe lo que hizo?, les enseña a un grupo de jóvenes a sobrevivir en la naturaleza (el proyecto se llama Parque Escuela Kaikén), y los lleva a estos bosques, lagunas y cumbres nevadas para que tengan una experiencia con ella, desde recoger la leña, hacer el fuego, la comida, hasta compartir y conversar. Eso ha tomado mucha fuerza. Incluso se han interesado desde Brasil.

Claramente sembró una semilla en ellos con su legado
Así es, y fue en esta propiedad. Cuando eran chiquititos, los llevaba al bosque de los paltos y les contaba cuentos sobre las hadas, los brujos, los castillos medievales; hasta les enterré un tesoro y ellos lo desenterraron creyendo que efectivamente se trataba de uno. Eran monedas de plata chilena de los siglos XVIII y XIX que escondí dentro de una caja de fierro. Debe haber un tesoro por aquí, les dije. Búsquenlo. Lo encontraron y se volvieron locos. Uno de mis nietos, que tendría unos cinco años, me dijo: que la noticia no se divulgue para que no vengan los piratas a quitarnos el tesoro.

De todos los refranes, ¿cuál es el que más lo identifica?
Una serie, que justamente tiene que ver con el conocimiento de sí mismo. “Quien no se conoce a sí mismo, a sí mismo se asesina”, “quien conoce a su corazón, desafía a sus ojos”, es decir, no se basa en la apariencia, “el ojo verá bien, siempre que la mente no mire por él”. Esos tres refranes me han llamado siempre la atención.

La filosofía siempre ha estado presente en su discurso. Si el tiempo volviera atrás, ¿estudiaría filosofía?
Yo creo que sí, fíjate; creo que fue un error haber estudiado derecho. En Viña había muy poca orientación y si habías nacido en cierto nivel social, tenías que ser un profesional distinguido y yo no tenía otra opción. “Te vas a morir de hambre con la filosofía”, me dijo mi padre. Y la descarté inmediatamente.

¿Cuál es su opinión sobre el destierro de la Filosofía y la Historia en la enseñanza media de los colegios?
Creo que es una jugada del sistema, que va a ir controlando cada vez más a la población. La filosofía y la historia te van desarrollando el pensamiento crítico. Y eso al sistema no le conviene. Los últimos ensayos de Heidegger en ese sentido son lapidarios, para qué decir del filósofo coreano Byung-Chul Han, cuya crítica es muy aguda y profunda frente al sistema actual. Tu escuchas las opiniones de José Joaquín Brunner, por ejemplo, frente a la misión de la universidad y él dice “formar capital humano competente”, “impartir enseñanza en las áreas de ciencia y tecnología y proyectarlo en el sector productivo”. Y yo me pregunto, ¿dónde está el hombre?

Si tuviera el poder de hacer cambios en el área de educación, ¿qué haría?
Escogería personas, que si bien valoren la ciencia y la tecnología, le dieran un desarrollo grande a las humanidades, sobre todo historia, filosofía, letras, sicología y teología.

¿A quién admira?
Los hombres que yo admiraba se fueron ya. Recuerdo a Violeta Parra, que era un faro de la cultura popular en Chile, pero también se fue. Mucho se ha especulado sobre el significado de su fatal decisión de irse. Por lo que se sabe en su carta, ella no se mató por amor, sino por el estado del mundo, por la imbecilidad de los hombres. Eso lo hace aún más grave.

¿Ella fue quien lo impulsó a conocer la sabiduría popular?
Ella me dijo una vez, en un momento de intercambio de palabras ásperas y duras entre los dos: “usted es un pituco de mierda que nunca va a entender a su pueblo” y para mí eso fue un desafío.

¿Qué le contestó?
También la mandé a la mierda. Muchas veces me han preguntado por qué seguí con ella si me trataba tan mal. “Por el privilegio de estar al lado de una persona como ella”, digo yo. Ella me abrió la puerta de la cultura popular. Me dijo: se acabaron los sabios arriba, tal vez estén abajo. Y efectivamente, conocí algunos sabios populares anónimos, que no pretendían dar conferencias ni nada, pero que eran muy respetados por la comunidad y su familia. Y eran un ejemplo para mí. Eran hombres valientes, fuertes físicamente, que tenían una visión del mundo espiritual y ética. Me he llevado unas tremendas sorpresas de lo que me dicen.

¿Se acuerda de alguno?
Me acuerdo de unos matones, unos delincuentes del Cerro Toro a quienes conocía, porque me asaltaron una vez, pero después nos hicimos amigos. Ellos me decían “don Gastón, usted debería conocer el basural de la Montedónico, que queda más allá de Valparaíso”. Llévenme, les dije, quiero ir. Y fuimos. En medio del botadero, en una especie de farellón, había una cueva tapada por una tela de saco. El ocupante nos comenzó a insultar. Cuando lo vi, sentí una atracción increíble hacia él, muy rara. Buenos días señor, le dije, y le di la mano. El tipo se sonrió. Yo soy el cordero, me dijo. Y yo quedé colgado de la brocha. ¿Y por qué se identifica con ese nombre?, le pregunté. Si usted entra en mi casa lo sabrá. Miré a los matones de reojo y ellos me hicieron señas de que no se me fuera a ocurrir hacerle caso. Lo quiere matar, me dijo uno de ellos al oído.

¿Y qué hizo?
Yo dije prefiero morir aquí que en la UTI rodeado de mangueras. Y entré. Después de pasar por una especie de galería, había una abertura mayor donde él dormía, provisto de un saco de dormir, una mesa destartalada y una vela prendida. El hombre tomó la vela y se acercó a las paredes empapeladas con posters que había ido encontrando en la basura e iluminó uno en que aparecía Jesús llevando un cordero sobre los hombros, la famosa parábola de la Oveja Perdida. “Ese cordero soy yo”, me dijo. Yo casi me caí al suelo, me emocioné tanto que empecé a llorar. Qué le hizo, qué le dijo, me preguntaron los matones, una vez que salí de la cueva. “Me dio una lección de humanidad como nadie me la ha dado en mi vida”, les dije. Cuando les conté lo que había pasado, uno de los matones, que era evangélico, me dijo “fue la voluntad de Dios que usted viviera esta experiencia, y que nosotros fuéramos sus testigos”.

¿Cómo le gustaría que lo recordaran?
No estoy preparado para pensar en eso todavía.

EL LUGAR AL QUE LLEGO

Así se llama el documental que pretende dar homenaje a Gastón desde Limache, ciudad donde vive hace más de treinta años y que recorre a pie cada vez que puede. Dirigida y escrita por Felipe Ossandón y Patricio González —quienes lo acompañan en esta entrevista—, es un compendio no solo de su vida sino también de su obra.

¿Cuál es el fin de este documental?, les pregunto.
“Gastón es un compendio de saberes admirable. Una persona singular, que tiene una coherencia en su discurso y en su vida notables. Es una persona con un discurso muy crítico frente a la actualidad, frente la sociedad. Lo que Gastón transmite es una gran enseñanza para las generaciones futuras. Él dice “acércate a tus afectos, no todo está en emprender y ganar dinero”. Y ese discurso simple y potente a la vez, que lo viene diciendo hace muchos años, es un discurso que se inserta muy bien en el mundo actual, en que estamos viendo un planeta colapsado por la acción del hombre”, contestan.

A su lado, Gastón, el referente, el maestro, el ciudadano ilustre y querido —queridísimo— de Limache, una comunidad que lo sigue y respeta entrañablemente, los escucha con atención. El pelo cano, las cejas pobladas, el mentón anguloso, los ojos pequeños, llenos de luz. Llevan en esto del documental cinco años, durante los cuales lo han acompañado no solo en sus idas a la universidad a dar clases, sino a paseos por los cerros de Rungue, a sus charlas y conferencias en Limache, organizando rogativas o declamando poesía.

“Tiene un discurso muy sencillo y atractivo que genera una reflexión permanente”, comenta Felipe.

“Un discurso que está acompañado de un gran carisma”, complementa Patricio.

“Y un poquito tartamudo también”, añade el mismo Gastón.

 ¿Todavía está en el club de los indignados?
Siempre estaré indignado.

Y suelta una carcajada.