Una estrella llamada sol

Por Arturo Gómez M.

A partir de esta semana, nuestra estrella llamada sol será protagonista en todas las radios, canales de televisión y medios escritos, de su importancia en nuestras vidas y de lo que esta estrella nos ofrecerá el día 2 de julio a mitad de tarde.

Todos sabemos que este astro es fuente de energía y luz para nuestra supervivencia en la Tierra. Pero, quizás, no todos saben la enorme cantidad de curiosidades que tiene, en relación con nuestro planeta. Por ejemplo, es un cuerpo relativamente «joven adulto», ya que tiene 4.500 millones de años de existencia y se espera que aún le queden 5.000 millones de años más, o sea, está en la mitad de su vida.

Como todos la hemos visto, su forma es la de una esfera. Digo esto, porque hay algunas personas muy «curiosas» que afirman que nuestro planeta es «plano», como un disco de vinilo o un disco CD o DVD. Está a una distancia enorme de nosotros: a 150 millones de kilómetros. Su luz, que viaja a trescientos mil kilómetros por segundo, tarda ocho minutos en viajar desde el sol a nuestra Tierra. Como dato comparativo, podemos decir que la luna está a un poco más de un segundo luz de nosotros. Pero si aún no les queda claro lo de la velocidad de la luz, de trescientos mil kilómetros en un segundo, podemos decir que en un segundo la luz da… ¡casi ocho vueltas completas a la Tierra!

Si pudiésemos llevar a nuestro sol y colocarlo entre las estrellas que vemos en la noche, ella sería una estrella más entre todas. Un débil punto en la oscuridad del cielo. Pero aun así, nuestro sol, comparado con nuestro planeta, es gigante. En realidad, nuestra Tierra es la insignificante, ya que podemos colocar sin problemas, dentro del sol, un millón de Tierras y aún nos sobra espacio para poner trescientas mil Tierras más.

Ya que estamos hablando del interior de nuestra estrella, la temperatura en su núcleo alcanza los quince millones de grados Celsius. Nuestro sol es un cuerpo gaseoso, nada puede estar sólido. Más del 72% de su composición es hidrógeno y más del 25% es helio. Otro porcentaje se distribuye en otros elementos químicos. Su ciclo más simple es transformar el hidrógeno en helio y en energía. La superficie visible del sol se llama fotósfera y en ella vemos las famosas manchas solares, que son fuente de potentes centros magnéticos, los que, en sus momentos de tormentas solares, afectan a nuestro planeta, produciendo llamativas auroras boreales y australes en los polos terrestres, los que, según su intensidad, pueden dejar sin energía eléctrica a ciudades enteras o países por períodos de días, semanas o meses, afectando también a los satélites comunicacionales que orbitan alrededor de nuestro planeta. Los otros seres que están expuestos a estas radiaciones, son los astronautas de la Estación Espacial Internacional que, habitualmente, son seis sus tripulantes, de diferentes nacionalidades.

Algo muy interesante es que un sabio griego, llamado Aristarco, indicó, hace más de 2.300 años, que la Tierra giraba en torno al sol y no el sol en torno a la Tierra. Esto se conoce hoy en día como el modelo heliocéntrico. Pero aquí debemos nuevamente mirar a los terraplanistas, que dicen que el sol gira alrededor de la Tierra y por «sobre ella», a unos siete mil kilómetros de altura. Son realmente «curiosos».

Un efecto muy directo del sol sobre la Tierra, son las mareas que, en combinación con la Luna, lo vemos a diario cuando estamos al lado de la costa o bien en el sur de Chile, frente a los palafitos de Chiloé. Dos veces al año vemos salir al sol por el punto cardinal Este y dos veces al año vemos ponerse al sol por el punto cardinal Oeste. Esos momentos corresponden a los llamados equinoccios, los que se producen en los meses de marzo y septiembre de cada año.

Como podemos ver, el sol nos ofrece un sinnúmero de datos interesantes que, generalmente, desconocemos al no tener cerca de nosotros la información más detallada. Con todos los datos antes descritos, podemos ya manejarnos en alguna conversación astronómica, que se viene muy potente para las próximas semanas, cuando el día se transforme en noche y luego pasemos a día, otra vez.