Dueño de un hermoso tranque y humedal, que simula los jardines de Giverny de Francia, Parque Tricao posee el aviario más grande de Sudamérica.  Esta increíble reserva ecológica, con más de cien hectáreas, incluye once miradores para los amantes de la naturaleza y el bird watching, áreas de picnic, trekking, canopy  y cross country

Por María Inés Manzo C. / Fotografía Teresa Lamas G. y gentileza Parque Tricao | www.tricao.cl

Parque Tricao es, sin duda, una experiencia maravillosa para toda la familia. Inaugurado en febrero de este año, aún es poco conocida su historia y las actividades que se pueden realizar en él. Aunque ya han recibido unos quince mil visitantes entre turistas nacionales e internacionales, colegios, universidades y distintas fundaciones que se han maravillado por este oasis a tan sólo una hora veinte de Viña del Mar y dos horas desde Santiago, aproximadamente.

Su propietario es el empresario Eduardo Fernández León, conocido por ser fundador de Inmobiliaria FFV, Las Brisas y socio de variadas e importantes empresas nacionales.  Este es su legado natural y cultural para la comunidad —que desarrolló en los terrenos que su padre compró en 1939— y que también este año constituyó como Fundación Parque Tricao.

“Parque Tricao es el resultado de años de esfuerzo por restaurar un hábitat dañado que alberga, actualmente, una amplia biodiversidad de flora y fauna, así como espacios de recreación y actividad deportiva. Lo que se inició hace doce años con un tranque privado en el estero Tricao, se ha convertido en un parque de  más de cien hectáreas, ubicado en la comuna de Santo Domingo, en pleno secano costero de la Región de Valparaíso. Hoy, este se abre a la comunidad para que todos puedan conocer en profundidad el resultado de un gran esfuerzo de rescate de especies nativas, preservación y desarrollo de diversos ecosistemas”, nos cuenta Nicolás Vicuña, su director ejecutivo.

LIBRE VUELO

La política general del parque es de no desperdiciar el papel y que cada visitante se lleve de vuelta su propia basura; por ello, para poder ingresar, hay que reservar previamente y comprar el pase en su página web. Desde la entrada, donde ya se puede comenzar a apreciar el inmenso terreno y su gran tranque, nos dirigimos hacia el aviario donde nos espera nuestro guía, Camilo Munizaga.

“El nombre de Parque Tricao es en honor del loro Tricahue, uno de los cinco loros que se puede encontrar en Chile desde la cuarta a la sexta región. En los años ochenta, por la presencia del hombre, este desapareció de la zona y en la actualidad sólo se ve en la precordillera. Pero hasta el día de hoy se mantienen los nidos que hicieron en estas quebradas y donde colocan sus huevos muchas de nuestras aves”, nos cuenta.

Actualmente este es el aviario más grande de Sudamérica —con casi novecientas aves exóticas de todo el mundo—, integradas en un ambiente controlado y en un terreno de dos hectáreas. “Las mallas del aviario protegen a las aves del mundo exterior y viceversa. Como no pertenecen a este ambiente, aquí contamos con todos los cuidados para protegerlas, trabajamos bajo la supervisión del SAG con una veterinaria especializada y un ornitólogo. Todo el ambiente del aviario es artificial y se adecuó para su bienestar; pero los árboles son del bosque esclerófilo (como boldos y peumos) y se agregaron algunos helechos y mallas de coco para evitar derrumbes. Nuestro trabajo como guía es muy bonito, pues no solo estudiamos la flora y fauna del parque, sino que específicamente la vida de estas aves”, señala.

Aquí podemos encontrar más de cincuenta especies, de todos los lugares del mundo como África, Brasil, Australia, India, entre otros. También hay siete especies de faisanes provenientes de China, Mongolia y Taiwán. Y turacos africanos que destacan por su bello colorido.

El espacio está construido para que se pueda disfrutar en tres niveles distintos. En el primer nivel están los cuerpos de agua con diferentes especies de patos. El segundo es el nivel del suelo donde las aves comen y vuelan entre medio de las copas de los árboles. Y el tercero, sobre las copas, sobresale por un puente colgante de 52 metros de largo y 30 metros de alto que atraviesa el aviario.

Una buena recomendación es visitar esta área del parque en mañanas o días nublados, pues el avistamiento es mucho mayor que en día con sol, ya que muchas especies se esconden. Uno de los grandes atractivos es que las aves transitan en libre vuelo y mientras se va avanzando (en un recorrido de aproximadamente una hora), pasan por encima de la cabeza o caminando entre los senderos. “Para asegurar una buena experiencia no se puede correr o gritar; ni ingresar con comida o darles de comer a las aves. Tampoco pueden tocar ni llevar ninguna pluma o cáscara de huevo. Siempre hay que seguir los senderos evitando romper ramas o plantas porque es su casa y debemos respetarla. Por eso sugerimos que los niños sean mayores de cuatro años y siempre acompañados por un adulto para que disfruten la experiencia”, agrega Camilo.

En algunas paradas hay jaulas donde las aves nuevas están pasando por un proceso de adaptación, comederos con frutas de estación y semillas; distintos miradores, una plaza de esculturas y una poza de tortugas. “Durante la visita se pueden observar tórtolas diamante, faisanes amarillos dorados de China, arantingas del Amazonas de Brasil, pericos princesa de Gales, cotorras de mejillas verdes, calafates de Java, cacatúas ninfa, patos carolinos característicos de Estados Unidos, tórtolas de collar de África entre otros. Pero las aves que más abundan —en colores amarillo, azul, verde y blanco—, son los famosos loros Kramer o cotorra de cuello rosada provenientes de África, Asia o India”, cuenta nuestro guía.

EL LEGADO 

“El parque partió cuando se hizo el tranque —de quince hectáreas de espejo de agua y 750 mil metros cúbicos— que es el corazón de Parque Tricao. Como medida de mitigación se diseñó un hermoso humedal donde, de manera natural, comenzaron a llegar miles de especies provenientes de El Yali, otro humedal que hoy se está secando. Así aparecieron chillas, huiñas, coipos, liebres, zorros, perdices, patos, cisnes, entre otros. Pero también al plantar distintos tipos de algas hoy existe un equilibrio bajo el agua tan rico que contamos con una de las concentraciones de pejerreyes más grandes de Chile. Fue tal el impacto positivo al medio ambiente que en esa línea se decidió rescatar varias quebradas donde se descubrieron árboles maravillosos de cientos de años, como molles, lingues, boldos, maitenes, petras, etc., que habían estado escondidos bajo las zarzamoras. Por eso el principio de Fundación Parque Tricao es la conservación y recuperación de los espacios, tratar de devolverle a la zona lo que era antes de la intervención del humano”, señala Nicolás Vicuña.

Para llenar el tranque la tarea no fue menor, pues se construyó un muro de contención en un lugar donde antes circulaba una red de esteros que desembocaban al mar. Hoy este muro tiene un paso para que el agua siga circulando y en alrededor de un año, con la ayuda de las lluvias, se llenó por completo.

“Por otro lado, a través de la Fundación Tricao, nuestra tarea es impregnar a las personas de la flora y fauna local. Creemos que la educación debe integrar experiencias que los conecten con la naturaleza, el arte, la cultura y el deporte. Por eso hay beneficios y programas para colegios y fundaciones para que nos conozcan. Todos los fines de semana hay alguna actividad. Realizamos conciertos en el anfiteatro, donde se presentan artistas y músicos locales; por ejemplo, en la inauguración contamos con la orquesta infantil y juvenil de San Antonio. O tenemos competencias de bicicletas, como el Ride Fest Tricao, en el que niños menores de quince años se pudieron inscribir aportando tres kilos de comida no perecible para donarlos a la Fundación de Lactantes de Llolleo”, agrega.

El punto de encuentro de Parque Tricao es Plaza de la Virgen, donde se conectan todas las actividades y lugares. Con juegos de agua, muro de escalada y un pump track para bicicletas, es un espacio especialmente diseñado para toda la familia. Para los que aman las actividades deportivas se puede realizar canopy, cross country, kayak y trekking. Y para comer cuentan con una cafetería en la zona del tranque o también está la opción de usar el área de quinchos con parrilla (con valor adicional).

HUMEDAL GIVERNY

Para los amantes del bird watching, además del aviario, el Humedal Giverny es uno de los sitios más atractivos. Originalmente, el humedal estaba separado del jardín (que se encuentra al final del paseo y se extiende por cinco hectáreas), pero se fueron uniendo naturalmente. Fue tan buena esta iniciativa que incluso el Servicio de Evaluación Ambiental lo destacó como una excelente medida de mitigación del tranque.

La historia de este lugar es muy especial. Tras un viaje a Francia de su fundador, este quedó tan impresionado de la belleza de los jardines de Giverny (inspiración del artista Claude Monet para sus obras) que le pidió a su amigo Stuart Moore replicarlo en Tricao. Así “el gringo”, como conocen a este arquitecto y paisajista, creó un espacio mágico —realmente como salido de una pintura— que hoy encanta por sus colores, con senderos, puentes, flores, nenúfares, riachuelos y esculturas de Narciso Cabrera. Moore, además, es la mente creativa tras el diseño del aviario.

Para llegar al Humedal Giverny nos acompaña, desde Playa Negra, el guía Bastián Bustos en una de las dos balsas a motor (con capacidad para treinta personas) que llevan a los visitantes a conocer los rincones del tranque Tricao, lleno de aves e islotes donde anidan (el recorrido dura entre treinta a cuarenta y cinco minutos, dependiendo de las paradas). Desde este mismo punto también salen los kayaks y stand up paddle que luego desembarcan en Playa Blanca.

“Se pueden encontrar alrededor de cuarenta y tres especies nativas de aves en la laguna del humedal, sin contar las que provienen del lado marino. También es muy común encontrarse con coipos, que es una especie en peligro, y algo que nos ha sorprendido es que antes las aves se veían sólo de manera estacional. Pero el último año ha subido significativamente el número de aves residentes como son los patos jergones, colorados o gargantillos”, nos cuenta Bastián. También destaca que alrededor del tranque hay un circuito de miradores (once puntos), algunos con acceso en vehículo y otros a pie, para apreciar toda la belleza del lugar.

“El sector del dique es el mejor lugar para observar aves, pues allí se concentra la mayoría de las especies nativas. Hicimos un censo y se ven varios cientos de aves en un día promedio. Lo más abundante son las taguas, las garzas, los cisnes de cuello negro y los cisnes con joroba. Además, como todo el diseño de este espacio se pensó en ellas se tomó en cuenta su época de reproducción y se instalaron islotes artificiales en varios puntos de la laguna y el humedal para que pudieran poner sus huevos sin el miedo de que los ataquen los zorros”. Finalmente nos comenta que en verano se puede ver a todas las familias de patos y cisnes con sus pequeñas crías, una experiencia increíble para grandes y chicos que no se puede dejar pasar. Así nos despedimos de esta maravilla natural.

CONTACTO
contacto@tricao.cl
+56 9 9227 9132
Avenida Las Brisas, 4,25 km Santo Domingo, Región de Valparaíso.
HORARIO
Verano: de 9:00 a 20:00 horas.
Invierno: de 9:00 a 19:00 horas.