Fernando de Magallanes en el quinto centenario del zarpe  

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El 10 de agosto de 1519 zarpaban desde el muelle de la mulas, en Sevilla, las cinco naves que tenían por misión explorar la costa sur-atlántica del Nuevo Mundo y hallar un posible paso interoceánico que posibilitara navegar hacia el Mar del Sur, nombre con lo que se conocía para entonces al océano Pacífico y que había sido descubierto por Vasco Núñez de Balboa en la costa de Panamá, en 1511.

Con una tripulación multinacional de 237 hombres, de los cuales mayoritariamente había españoles pero también portugueses, italianos, flamencos, germanos, griegos y un largo etcétera, la empresa estaba bajo las órdenes del portugués nacionalizado castellano Fernão de Magalhães, quien antes de asumir este desafío tenía una larga trayectoria de experiencias en el norte de África y el océano Índico bajo bandera portuguesa. De hecho, sus periplos lo habían llevado hasta las islas de las especias, en la actual Indonesia, por lo que conocía hasta los últimos confines de los dominios lusitanos de su tiempo.

Sin embargo, tras ser herido durante un incidente en Marruecos, tuvo una gran desilusión al no recibir los premios y reconocimientos que creyó merecer por los servicios prestados a su patria, y en particular, al monarca Manuel I. Por ello decidió junto a un socio, el cosmógrafo Ruy Falero, incursionar en Castilla para presentar un proyecto ante el nuevo monarca, el joven Carlos I (futuro Carlos V), en que se proponía incursionar por el Atlántico por aguas hispanas de acuerdo al Tratado de Tordesillas, descubrir un paso por el sur de América que conectara los océanos y permitir la navegación castellana rumbo a las islas de la especias, sin pasar por el Índico, aprovechando la soberanía que, según el mismo tratado firmado en 1494, entregaba a Castilla el control de dicha parte del mundo.

La propuesta de la sociedad Magallanes y Falero era enormemente atractiva en cuanto a abrir una nueva ruta directa sin intermediarios hacia las Indias, pero partía de un error de cálculo, puesto que los artífices del proyecto creyeron que las islas de la especería pertenecían al monarca hispano, aunque más tarde se probó que, en realidad, eran de dominio portugués.

Tras conseguir los apoyos necesarios y el financiamiento de una empresa que no era fácil de ejecutar, en el verano de 1519, la flotilla compuesta por la nave capitana Trinidad, y las naos Victoria, San Antonio, Santiago y Concepción, estaba lista para emprender rumbo a un desafío sin precedentes, y que en caso de lograr el éxito, traería enormes beneficios a  quienes estaban apostando por la inversión.

Tras partir de Sevilla, las naves arribaron a Sanlúcar de Barrameda donde se hicieron los últimos preparativos que se extendieron durante la segunda quincena de agosto y buena parte de septiembre. Finalmente, el día 20 de dicho mes, Magallanes ordenó el zarpe rumbo a las Islas Canarias, iniciándose una travesía extraordinaria y que se extendería por tres años, y entre cuyos hitos más importantes estuvo el hallazgo del Estrecho que lleva el nombre de quien no sólo lideró la expedición, sino que fue su gestor intelectual.

En definitiva, hay algo muy claro en la historia de la empresa de Magallanes, y es que él no planeaba hacer un viaje alrededor del mundo, la famosa “circunnavegación”, sino que deseaba establecer una nueva ruta directa hacia el continente asiático por el occidente, en la misma línea como lo había soñado Colón, pero ahora con la certeza de que, descubriendo el estrecho del sur, nada impediría llegar a su destino.