Maduro     

Don Casimiro

Mi señora partió a las cuatro de la mañana a Pudahuel, para tomar el avión al sur, rumbo a la Semana Musical de Frutillar. Me dejó El Mercurio porteño, al que estoy suscrito, en el jardín con una nota que decía que ya lo habían repartido cuando se iba.

Estoy acostumbrado, desde que mi padre era corresponsal del diario en Villa Alemana, a tomar desayuno, leyendo las noticias, a primera hora de la mañana. En la sección internacional, al igual que en toda la prensa, las notas sobre el presidente Maduro, tanto serias como chistosas, ocupan varias columnas.

Es verdaderamente una lástima lo que ocurre en ese gran país hermano, donde su gente “paga el pato”. No me olvido que nosotros tuvimos un período similar, hace bastantes años, y que con muchos sacrificios pudimos salir adelante. Espero que ellos también lo logren.

Leí en la prensa, hace pocos días, el último chiste que circula allá y como lo encuentro muy bueno lo repito:

-Mamá, vamos a almorzar que tengo hambre.

–Lo siento, pero no tengo almuerzo. El chico, mirando al loro que tienen en una jaula, le dice:

– Mamá, cocinemos en la olla a la mascota.

-Lo siento, pero en la cocina no tenemos gas.                                                                    -Usa la sartén.

– No puedo, no tengo aceite.

-Usa el horno eléctrico.

 -No hay electricidad.

-Usemos la parrilla.

No tengo fósforos

Y el loro grita: ¡Viva Maduro!