Desde mi terraza

Por Arturo Gómez M.

Cuando viajo a la Región de Valparaíso, frente al mar, me deleito con las imágenes del puerto, sus barcos y cruceros que entran y salen bastante seguido en esta época estival; pero al caer la noche el telescopio es una gran compañía nocturna, más aún en estos meses en que el cielo nos ofrece tantas constelaciones y nebulosas brillantes, como la Nebulosa de Orión.

 En estos días de vacaciones de verano, es normal ver a grupos familiares paseando y acompañados con variados elementos que por meses estuvieron guardados en la bodega o en un rincón de la casa. Me refiero a todos aquellos apasionados por la pesca, por ejemplo, junto a sus cañas, maletas con anzuelos e, incluso, con indumentarias adecuadas para estar en los ríos o lagos, pescando. Otros van con sus botes o kayaks adosados a los autos o camionetas y, en algunos casos, con sus potentes motores fuera de borda, que son la envidia sana de muchos que los ven en la carretera.

Pero otros, como es mi caso, nos vamos de paseo en forma más silenciosa, con nuestro cargamento dentro del baúl del auto. Afortunadamente, la tecnología nos ha favorecido en todo lo relacionado con la óptica astronómica. Siempre en mis paseos de una semana promedio, no debe faltar un gran amigo que, en estos días, me acompaña las veinticuatro horas: me refiero al telescopio.

En la actualidad, los fabricantes de telescopios los construyen con una combinación de espejos y lentes correctores, que hacen que los telescopios sean más cortos y pequeños. Uno siempre asocia un telescopio con un tubo largo de un metro o más, apuntando al cielo.

Hoy en día, existen muchos telescopios que son de tubos muy cortos, con un promedio de unos cincuenta centímetros de largo y de una potencia y eficiencia extrema, para poder ver, sin problemas, los cráteres de la Luna o bien al mayor de los planetas del sistema solar, como es Júpiter y sus cuatro lunas, y sobre la superficie gaseosa del planeta unas bandas paralelas oscuras en la zona ecuatorial. Pero el más llamativo de todos los planetas de nuestro entorno es Saturno y sus anillos, que lo hacen ser un espectáculo aparte por su belleza.

Cuando viajo a la Región de Valparaíso, frente al mar, me deleito con las imágenes del puerto, sus barcos y cruceros que entran y salen bastante seguido en esta época estival; pero al caer la noche el telescopio es una gran compañía nocturna, más aún en estos meses en que el cielo nos ofrece tantas constelaciones y nebulosas brillantes, como la Nebulosa de Orión.

En estas noches es muy fácil ver, con binoculares, esa nebulosa, que se encuentra ubicada en las cercanías de las Tres Marías y que corresponde al cinturón del Cazador Orión. De su cinturón cuelga su espada, formada por otras tres estrellas, cuya estrella central corresponde a la Nebulosa de Orión. Como tarea en estas noches los invito a verla con un par de binoculares. Vale la pena el intento.

Mi ubicación en la terraza me permite tener un cielo relativamente oscuro y con un mínimo de contaminación lumínica. Tengo una visión de un ciento por ciento hacia el oeste, es decir, hacia el poniente, lo que me facilita ver día a día la puesta de Sol, con un horizonte totalmente despejado y sin obstáculos, como cerros o edificios.

Esto es muy bueno, ya que puedo observar un fenómeno que se produce en la última sección del borde solar, cuando está a punto de desaparecer el Sol en el horizonte, conocido como «el rayo verde» o green flash. Muchos creen que es un rayo que sale desde el Sol hacia el cielo, pero no es así. Es por pocos segundos un verde muy intenso en ese escaso momento, antes de desaparecer por completo el Sol.

Al igual que las otras aficiones o pasatiempos favoritos que nos mantienen ocupados el día entero. No nos cabe ninguna duda de que, en el futuro cercano, nuevamente nos iremos de vacaciones con nuestro cargamento en la espalda, en dirección al norte del país, más exactamente hacia La Serena, Coquimbo y el Valle de Elqui, para esperar el fenómeno de coincidencias astronómicas entre el Sol, la Luna y la Tierra, cuando se produzca el esperado eclipse total de Sol, en donde el día se transformará en noche.