El mensaje de Sayaka Ganz

El plástico es actualmente uno de los materiales más contaminantes en la Tierra, tanto por sus bajos costos de producción como por los cientos de años que requiere para degradarse. Es justamente este tiempo de abandono lo que convoca a la artista japonesa Sayaka Ganz, convirtiéndolo en su principal material prima.

Criada en la creencia animista sintoísta de que todas las cosas en el mundo tienen espíritu, esta escultora decide ir al rescate del plástico abandonado para reconvertirlo en imponentes esculturas llenas de movimiento y texturas, a través de su elaborada composición de miles de utensilios plásticos. La energía manifestada en la interpretación cabal del movimiento de estas esculturas, con este material reutilizado, provoca una conexión inesperada con la naturaleza. Esta bella contradicción no solo concientiza sobre el medio ambiente y su mundo animal, sino que, también, sobre los diferentes destinos que uno pudiera tener y el lugar al que pudiera pertenecer.

Cada escultura precisa una intensa investigación, la que le permite desarrollar una estructura en alambre pertinente en la que logra descifrar su espíritu, y luego manipulando los objetos reciclados como pinceladas, crea un efecto similar al de Van Gogh, tridimensionalmente. Al observar de cerca sus esculturas, se ven los vacíos y elementos que se sostienen sutilmente entre sí, sin embargo, al distanciarse, estas revelan la armonía lograda con la alineación perfecta de todos los objetos.

Ganz afirma que esta contemplación le permite discernir que, incluso si hay un conflicto en este momento, hay un camino para que todas las piezas encajen. Que aunque algunas personas no se sientan a gusto aquí y ahora, hay un lugar al que pertenecen y que, con el tiempo, lo encontrarán.

Sayaka Ganz ha expuesto en Londres, Tokio, Takaoka, Isla de Man, Nueva York, San Francisco, Monterrey, Toledo y Fort Wayne, entre otras. Su exposición actual e itinerante esta fechada hasta septiembre del 2020.